
DAMIR
Por Manuel Viera
La Habana.- ¡Está bueno ya! Me harté de menciones, de etiquetas y de exigencias a que me pronuncie al respecto. Solo una cosa me satisface y es el poder sentir que mi verdad preocupa, molesta y hasta se exige desde el ciberclariato cuando no la expongo. Me alegra ver que desde el irrespeto no hacen más que respetar mi letra.
Una sola razón ha hecho que no me pronuncie sobre el caso del niño Damir. Soy un hombre que habla de realidad, de política, y si algo no quiero es dar el gusto a los fanáticos y extremistas de decir que he politizado sobre este caso. Es esa su única defensa posible.
No han sido activistas políticos los que más presión han hecho sobre el caso de Damir, sino que ha sido la madre y el propio niño quienes no han parado de exigir públicamente su derecho a tener esperanza de vivir, su derecho a buscar otra opinión médica, su derecho de luchar por ser tratados en otro lugar.
¿Y por qué tendrían que estar obligatoriamente conformes con el diagnóstico y el trato recibidos? ¿Es eso obligatorio? ¿Por qué no tendrían derecho a estar inconformes? ¿Acaso es perfecto el sistema de salud cubano? ¿Quien politiza cuando intenta tapar la realidad con un dedo para mantener limpia la cara de un sistema de salud que exporta servicios médicos y los usa para hablar políticamente de solidaridad y nobleza.? ¿Quién politiza cuando niega que existan carencias de todo tipo, carencias que hoy afectan los diagnósticos, los tratamientos incluso la vida de las personas?
¿Quién carajos me va a negar que a mi viejo combatiente de la Sierra Maestra, para mantenerlo vivo por siete años, tuve que pagar donaciones de sangre, hacer más de un regalo, conseguirle oxígeno para respirar, poner muchas recargas a cambio de consultas de calidad, pagar miles de pesos por medicamentos en muchos casos cubanos, pero que solo existen en las calles; mandar a buscar con amigos y familiares pañales y tratamientos fuera de Cuba?. ¿Quién del ciberclariato se atreve a negarme lo que viví?
¿Quién se atreve a negarme que a mi hermano, su médico del Almeijeiras después de diagnosticarle un cáncer de próstata le dijo que se fuera de Cuba como pudiera si quería vivir, cuando en la Habana existía un solo equipo de radiaciones? No se lo dijo un opositor político del socialismo o pagado por algún «enemigo», se lo dijo sin bombos ni platillos, sin propaganda alguna, su propio médico. ¿Quién se atreve a negar que de no haberse ido en una lancha hace cuatro años y haber recibido atenciones de excelencia hoy estaría a dos metros bajo tierra en un cementerio cubano?
¿Quién se atreve a negar que de no haberse viralizado el caso de la niña Amanda y haberse presionado, esa niña no hubiese sido trasplantada y hoy no estaría disfrutando de la vida? ¿Quién me va a negar que por aquellos días más de una claria enferma me escribió diciendo que el capitalismo la iba a matar en la operación y esperaban ansiosos ese momento para salir a politizar y a lavar la cara del sistema de salud cubano? ¿Quién me va a negar que el éxito de esa operación causa hoy mucho dolor a muchos enfermos y fanáticos? Triunfó la vida que reclamaba una madre, perdió la política que defendían los locos.
¿Por qué desde que comenzó la polémica entorno al caso de Damir, en más de una declaración profesional pública parecía preocupar más la imagen del sistema de salud que la esperanza o los deseos del niño o de su madre? ¿Por qué negarse, tardar tanto o no declarar lo que ahora salen a declarar, o sea, su disposición de que sea atendido en el exterior? ¿Por qué tuvo que tomar tal connotación lo que evidentemente podían haber hecho desde el principio?
¿Por qué ahora salen los que «no politizan» en masa a «usar su celular como fusil» y exigir que se ataque a la embajada americana por negar la visa? ¿Casualidad? ¿O todos vieron nacer la «iniciativa» a la vez? ¿Por qué siguen politizado todo? ¿Por qué la responsabilidad de todo en Cuba siempre cae lejos de ella? ¿Acaso no se enredó la visa por la falta de documentos que se negaban a entregar o demoraban innecesariamente mientras les preocupaba más la imagen?
Seamos serios, carajo. Digamos la verdad. No soy un defensor de los escándalos, de llegar a extremos, de hacer política de todo, pero sencillamente muchas veces ustedes no dejan más opción. En lo personal, me cuesta mucho ponerme del lado de quienes en esta historia tienen constitucionalmente permitido defender el sistema político imperante, por cualquier medio posible. Esos para los que todo se convierte en campaña política enemiga porque sus propias deficiencias o su terquedad hacen que afecte la imagen, los esfuerzos, o la cara de lo que defienden ciegamente. Eso los convierte en politizadores, incluso hace que muchas veces me cueste creerles porque la omisión, la tergiversación, incluso, la mentira, pasarían a ser legalmente medios válidos de defensa de lo que pueden defender como se les antoje.
Los sistemas políticos se defienden con votos, con mayorías, con resultados, con bienestar, con felicidad y más que nada poniendo los derechos por encima de cualquier idea o imagen. Iba a callar, pero ahí les dejo mi criterio, ahí les dejo mi verdad. Cuando no quieran escucharla, no presionen.