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Por Sergio Oliva ()

La habana.- La historia de Cuba está marcada por tres momentos de devastación demográfica profunda. Tres episodios que, con diferentes métodos y actores, han buscado o resultado en la eliminación masiva de poblaciones. Hoy, la isla atraviesa el tercero.

El primer genocidio: la conquista española

Cuando los españoles llegaron a Cuba a principios del siglo XVI, la isla estaba habitada por entre 100.000 y 300.000 personas pertenecientes a culturas taínas, siboneyes y guanahatabeyes. En apenas décadas, esa población quedó reducida a unos pocos miles.

¿Cómo ocurrió? Fue una combinación letal.

Primero, las enfermedades. Los europeos trajeron consigo viruela, sarampión, influenza y tifus. Los cuerpos de los indígenas, nunca antes expuestos a estos patógenos, carecían de defensas. Murieron por millares, a veces sin haber visto un soldado.

Segundo, los trabajos forzados. El sistema de encomiendas esclavizó a la población nativa. Fueron obligados a trabajar en minas y plantaciones bajo condiciones brutales. La desnutrición y el agotamiento físico quebraron su salud.

Tercero, la violencia directa. Las armas de acero, los perros de ataque y las tácticas militares superiores aplastaron cualquier resistencia. Las ejecuciones y masacres fueron comunes.

Para 1550, la población originaria de Cuba estaba prácticamente extinguida. Un genocidio fundacional que abrió paso a la sociedad colonial.

El segundo genocidio: la reconcentración de Weyler

Avanzamos hasta finales del siglo XIX. Cuba lucha por su independencia de España. Las tropas mambisas, expertas en la guerra de guerrillas, dominan el campo. Para enfrentarlas, el general español Valeriano Weyler ideó una estrategia brutal: la reconcentración.

En 1896, Weyler ordenó que toda la población civil rural se trasladara a ciudades y pueblos bajo control militar. El objetivo era claro: privar a los independentistas de apoyo logístico, comida, información y reclutas.

Las consecuencias fueron catastróficas.

Familia cubana durante la llamada Reconcentración de Weyler

Los reconcentrados fueron hacinados en campamentos sin condiciones sanitarias. Sin acceso a tierras para cultivar, dependían de raciones insuficientes. El hambre, las enfermedades y la desesperación se extendieron.

Las cifras son estremecedoras. Se estima que murieron entre 150.000 y 170.000 cubanos, quizás más. La mayoría eran ancianos, mujeres y niños. Fue una política de muerte por diseño, un genocidio calculado para sofocar la insurrección a cualquier costo humano.

El tercer genocidio: la devastación silenciosa

Hoy Cuba atraviesa su tercer genocidio. No se ejecuta con órdenes militares explícitas, sino mediante la persistencia de un sistema político-económico que ha generado una catástrofe humanitaria lenta y profunda. Sus autores son los herederos del proyecto de Fidel Castro, que mantienen el poder a costa del sufrimiento masivo.

Las evidencias son abrumadoras.

Hambre estructural: La agricultura cubana está quebrada. La libreta de racionamiento ya no garantiza lo mínimo. Los salarios promedian un equivalentes a 15-20 dólares mensuales, mientras los precios en losmercados están dolarizados. Familias enteras sobreviven con una comida diaria escasa. La desnutrición crónica afecta a niños y ancianos.

Imágenes de un país que muere

Colapso sanitario: Los hospitales cubanos, antes orgullo del régimen, hoy son escenarios de desolación. La escasez de medicamentos es crítica. Desde antibióticos básicos hasta quimioterapias, falta todo. Enfermedades tratables como la neumonía o la diarrea se vuelven mortales. Los apagones desconectan respiradores. Se reportan muertes por falta de insulina, suturas o analgésicos.

Éxodo masivo: En los últimos dos años, más de 500.000 cubanos han huido de la isla. Sumados a oleadas anteriores, superan el millón y medio en una década. Es la mayor diáspora desde la fundación de la nación. Quienes se van son jóvenes, profesionales, madres con niños. Los que quedan son una población envejecida y desesperanzada.

Represión y negligencia: El gobierno prioriza el control político sobre el alivio humanitario. Rechaza ayuda internacional que no pase por sus filtros. Criminaliza la protesta pacífica. Mientras, la élite gobernante vive en condiciones privilegiadas, aislada del sufrimiento general.

Cifras que gritan: Cuba tiene hoy la peor crisis demográfica de su historia. La población disminuye aceleradamente. Se registran más muertes que nacimientos. La esperanza de vida cae. Es el resultado de décadas de mala gestión, corrupción y una ideología que sacrifica al pueblo en el altar del poder.

Genocidio no es solo matar a tiros

El genocidio no es solo matar a tiros. Es también crear condiciones que sabes llevarán a la muerte masiva. Es mirar hacia otro lado mientras un pueblo se extingue.

Los conquistadores españoles lo hicieron con espadas y enfermedades. Weyler lo hizo con decretos de reconcentración. Los herederos del castrismo lo hacen con decretos económicos absurdos, represión y negligencia criminal.

Cuba llora a sus muertos. Los de ayer y los de hoy. Y la historia, inevitablemente, pondrá a cada uno en su lugar.

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