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Por Luis Rodríguez Pérez ()
Quivicán.- El jeep donde transportaban a las Garrido se detuvo frente al muro que limita el parqueo de la prisión del Guatao del interior de ella. Se bajó un guardia con unos papeles y entró al recinto. Una de las hermanas leyó en voz alta: «Prisión de mujeres de Occidente»; la otra dio unos golpes en el techo y exclamó aún más alto: «No importa ¡Un abismo, atrae otro abismo!». El chofer del jeep que quedó custodiándolas y que en todo el trayecto se mostró bastante humano, se volteó y les preguntó:
– Muchachitas ¿Un abismo atrae otro abismo? ¿Qué quiere decir eso?
Dura, fue la tentación del Señor después de 40 días de ayuno en el desierto:
-«Si eres el Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en pan» -le tentó el diablo; aprovechando la necesidad física que padecía.
Muy dura es la vida dentro de Cuba, especialmente la de muchos opositores al régimen. Por ello, debemos ser fuertes y afrontar la tentación de parecernos a esos monitos tristes del zoológico, no sea que nos encontremos haciendo piruetas opositoras por algo de comida.
Mil veces nos han ayudado, y mil veces nos hemos visto sin nada que comer. Como también para nadie es un secreto, la inmadurez o esa insatisfacción intrínseca del ser humano que atenta contra la buena administración (cuando, por ejemplo, tienes un dinerito y comes arroz; pero como tienes un dinerito, mañana deseas comer arroz y croqueta; pero como tienes un dinerito y comes mucho arroz y croqueta, quieres mañana arroz y un pedacito de pollo. Ni hablar, cuando tienes bien para el pollo y entonces pasamos al plano de ¿y por qué no, una cerveza?).
Mil vidas no le alcanzan a los opositores para agradecer la ayuda que les han dado. Pero Cuba es uno de los países con salarios más bajos del mundo y con los productos más caros. Es más, el cubano que no recibe remesas debe siempre «inventar» desde el otro lado de la ley; lugar este, donde el Tirano espera que caiga el opositor, para así engrosar las prisiones por «delitos comunes y no por política».
Ahora, una cosa es cierta. Si nos sentimos opositores al régimen, vivamos como tal, ya sea con o sin nada que comer. Si nos montamos en este tren es para finalizar el viaje, no para bajarnos dos paradas después. Se ha de estar dispuesto a dar la vida por lo que se cree. Pero, para tener esta convicción, se necesita un sentimiento especial: Amor por Cuba. Cuando en verdad amas a Cuba, toleras hasta sus cosas feas (no te detienes, no te desanima el que si la gente se lanzó a recoger los dólares de Takeshi, que si el primero de Mayo mucha gente marchó. Nada, tú no dices que es un pueblo carnero, que se merecen lo que están pasando; tú, los amas y los quieres libre. Tú sabes que son víctimas y que piensan como tú).
Se puede odiar la necesidad que padecemos, pero por un plato de comida o por un apagón no se es capaz de entregar la vida. En cuanto te aprieten un poco en Villa Marista, hablas hasta por los codos. Y nada tiene que ver con el valor, es convicción, y la convicción es, «amor por Cuba».
Mil veces los de la Seguridad del Estado me dijeron: «Quítate de eso. Tengo experiencia, lo he visto siempre, tú vez que ahora te ayudan, mañana te olvidan». Pero, ¿cómo quitarme, si estoy enamorado de Cuba y la quiero libre, aún a riesgo de mi vida?». ¿Quién oyó consejo cuando se estaba enamorado? ¿Quién sacó cuentas? Algo de razón tendrán ellos cuando me repetían tanto eso. Quizás, existió algún caso. De hecho, hemos sido testigos de decenas y decenas de casos de «valientes virales» y después mueren en el ocaso. Mueren en el ocaso, no por culpa de los hermanos del exilio (aunque a muchos de ellos se les ha de demandar también amor por Cuba), sino que mueren, porque sólo «un abismo atrae otro abismo».
«Sólo un abismo, llama a otro abismo» (Salmo 42:7) ¡Que abismo no es vacío, es profundidad! Solamente el llamado de un abismo puede lograr que otro abismo responda.
Hermanos, seamos consecuentes y profundos en nuestro sentir por Cuba. Lo superficial no puede descender a los abismos ni penetrar jamás a las partes más hondas, ya que lo profundo sólo responde a lo profundo. Sólo lo que procede de lo más íntimo de nuestro ser puede lograr una respuesta íntima.
Si no cavamos profundo en nuestro interior, nunca podremos llegar a nadie. Podremos hacer canciones famosas y muy patrióticas, actos y manifestaciones, discursos frente a prominentes personalidades del mundo y hasta poner a corretear a los tiranos movilizando a medio ejército de chivatos, a menos que lo que hagamos salga de lo más recóndito de nuestro ser, de un puro amor por la Patria, no tocaremos lo profundo de otros. Podemos estimular las emociones y pensamientos de muchos cubanos; podemos hacer que lloren, se alegren o se conmuevan en un momento dado, pero sólo “un abismo llama a otro”.
Las expresiones superficiales nunca tocarán lo profundo de los demás.
No se equivocó la Garrido, cuando lo dijo antes de entrar a su prisión. Ellas y muchos hermanos han despertado admiración y han inspirado. Han sido abismos; su amor por Cuba estremece y contagia. La sola actitud de las Garrido y de muchos hermanos, debido a su profundo amor por la Patria, han convertido a luz a muchos admiradores del Tirano, han vuelto valientes a muchos acobardados, han dado esperanzas a patriotas que perdían la esperanza.
Rogamos nosotros, porque la oposición cubana logre su unidad y sea un poderoso abismo. Rogamos, que la oposición se componga de hombres «abismos». No somos ni queremos ser uniformes; queremos unidad. Queremos que impere el amor por Cuba y no estúpidas querellas. Pues la luna misma, siendo más pequeña que la Tierra, le lleva en su oscuridad la luz, le alza la savia de sus árboles hacia la cima, le revuelve y le levanta en las noches, sus mareas!
¡Amemos a la Patria! ¡Fe en la victoria! ¡Mil veces, libertad!