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Por Ileana Medina ()
Tenerife.- En otro país cualquiera, por mucho menos, la gente hubiera salido a romper a pedradas las tiendas, los hoteles iluminados, las sedes del Partido…
Gente sin luz, sin agua, sin comida, sin derechos, sin esperanza.
Sin fuerzas para enfrentar una maquinaria represora brutal formada por parte de ellos mismos, a los que uniforman y les tiran un pedazo de hueso.
Ningún otro régimen represor del mundo ha resultado tan eficiente durante más de 60 años para crear miedo, indefensión aprendida, para maniatar por fuera los cuerpos y por dentro el alma de la gente.
Es como el cuento del elefante que de pequeñito amarraban a una estaca, y luego de grande, aunque hubiera tenido con un pequeño tirón para llevarse la estaca, allí seguía atado.
Uno no tiene explicación para las grandes desgracias de la humanidad, no puede explicarse como tantas personas pueden ser manipuladas o controladas de esa manera. Cómo el mal puede perdurar tanto, por inercia, con tales ineptos al frente.
Pero existe y está ahí.
Y todos somos un poco cómplices y un poco culpables y un poco parte.