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Por Esteban Fernández Roig Jr.
Miami.- En Güines, solamente fui yo por 12 meses y 12 días, hasta que nació mi hermano, y pasamos inmediatamente a ser “Carlos Enrique y Estebita”. Jamás en mi hogar escuché decir: “Estebita, ven acá” sino: “Estebita y Carlos Enrique vengan aquí”.
Después ya -desde los cuatro o cinco años- comencé a presentarme cómo: “Yo soy el hijo de Esteban y Ana María Gómez “.
Acto seguido tuve la suerte que mi primo y padrino Jaime Quintero Gómez -quien era muy querido en el pueblo- fue electo Alcalde del Güines y con mucho orgullo pasé a ser “el ahijado de Jaime”.
Después iba a la peletería “La India” y le decía a Riverón: “Soy el sobrino de Carlos Gómez, el cobrador de la Electricidad”. Y nunca supe el motivo por el cual me daba todos los años un par de zapatos nuevos.
Con mis tías Angelica, Yota y Evangelina Gómez nunca era yo, sino que al querer ellas llamarme -antes de llegar mi nombre- decían el nombre de 20 nietos y sobrinos: “Ven acá Jaimito, Juvenalito, Robertico, Yiyo, Carlos Manuel, Justo Antonio; sí tú mismo Esteban de Jesús, acércate aquí”.
Acto seguido tuve una avalancha de parientes en mi entorno: Y pasé orgullosamente a ser el primo de los Taracido Gómez, los Carabeo Gómez, los Rivero Gómez, los Quintero Gómez, los Gómez Hernández Walquiria, Carlos Gomez III e Indira Gómez.
Y una tarde mi padre llegó muy contento de la calle y me dijo: “Mi hermano Enrique y yo hicimos legalmente del ‘Fernández- Roig’ un solo apellido compuesto”…
Y le respondí: “Tu’tá loco, no me confundas, yo estoy muy claro en que YO NO SOY YO, yo soy el primo de los Gómez”.