Por Javier Pérez Capdevila ()
Guantánamo.- La crisis eléctrica que ha afectado profundamente la vida diaria de nosotros los cubanos tiene una lamentable repercusión en nuestra salud física y mental. Es por ello que amén de las justificaciones que ofrece el Estado, debe quedar en claro y reconocida por los decisores su culpabilidad, dejando de lado el mal hábito de culpar a otro de nuestras desgracias que no son pocas.
La autocrítica (que es imperceptible) es esencial para él socialismo, y eso no lo digo yo, sino los clásicos de la teoría del socialismo.
El sistema eléctrico nacional, que alguna vez funcionó, ha ido deteriorándose gradualmente debido a una serie de factores que indiscutiblemente se entrelazan con la gestión gubernamental. La falta de una estrategia coherente y efectiva -repito, coherente y efectiva (ambas cosas)- por parte del gobierno ha exacerbado esta situación crítica.
En primer lugar, es fundamental señalar que la infraestructura eléctrica de Cuba ha estado en un estado de abandono durante décadas. A pesar de los constantes llamados a la modernización y reparación, las inversiones en nuevas plantas generadoras y en el mantenimiento de las existentes han sido insuficientes. Esto se debe, en gran medida, a la falta de recursos económicos y a una planificación ineficaz. El gobierno cubano ha priorizado otros sectores y proyectos, dejando el sistema eléctrico en un tercer o cuarto plano.
Además, la dependencia histórica del país en fuentes de energía fósil ha limitado las oportunidades para diversificar su matriz energética. Aunque ha habido intentos bastante recientes de incorporar energías renovables, como la solar y eólica, estos esfuerzos han sido lentos y muchas veces descoordinados. Recuerdo el proyecto hidroeléctrico en El Salto del río Toa que no se llevó a cabo por razones ambientales que en opinión de muchos fue fanatismo ambiental y argumentum ad verecundiam.
El Management de la inversión extranjera también ha jugado un papel crucial en el estancamiento del desarrollo energético, del todos conocemos la prioridad con que se ha asignado a la construcción de hoteles.
La gestión gubernamental también ha estado marcada por la falta de transparencia y rendición de cuentas. Las decisiones sobre cómo se asignan los recursos y qué proyectos se llevan a cabo a menudo carecen de una evaluación rigurosa y objetiva. Esto ha llevado a situaciones en las cuales podrían haberse malgastado fondos en iniciativas que no abordan las necesidades reales del sistema eléctrico.
Por otro lado, el descontento popular frente a los apagones frecuentes y prolongados es cada vez más evidente. Las comunidades sienten el impacto directo de esta crisis: desde la imposibilidad de conservar alimentos hasta la interrupción constante del trabajo y la educación. A pesar de esto, el gobierno parece no haber implementado un plan efectivo para mitigar el sufrimiento ciudadano.
En conclusión, la crisis eléctrica en Cuba es el resultado directo de decisiones gubernamentales fallidas y una falta crónica de inversión en infraestructura esencial.
Para que el país pueda avanzar hacia una solución real y duradera, es imperativo que se reconozcan estos errores pasados y se establezcan políticas claras que prioricen el desarrollo energético como un pilar fundamental para el bienestar social y económico del país. Solo así se podrá construir un futuro más brillante para todos los cubanos. Por todo lo anterior, deben estar los más competentes en cada cargo de dirección.
Post Views: 112