Por Esteban Fernández Roig
Miami.- Las tres carabelas entran en aguas jurisdiccionales cubanas, las lanchas “Guardafronteras” les tiran ráfagas de salvas y las arrinconan a las costas.
Ahí son recibidos por miles de cubanos con maletas listos para zarpar rápidamente en La Pinta, La Niña y la Santa María..
Rodrigo de Triana los saluda amablemente y un nativo le dice: “¿Qué bolá, asere?” “¿Cuál de esas tres naves es la que va para la Yuma?”
Martín Alonso Pinzón dice: “El Almirante no quiere bajar porque le teme a WEL, por el letrero que ustedes pusieron de WEL COME A COLÓN”…
Su hermano Vicente Yáñez Pinzón sorprendido dice: “Esto aquí no se parece a la misma isla que una vez consideramos “La Tierra más hermosa que ojos humanos han visto”, en la actualidad parece el chiquero mas desastroso que ni los cerdos encontrarían apropiado vivir”…

Juan de la Cosa -dueño de la Santa María- preguntó : “¿Me pueden traer al indio Hatuey?” “Oh, no, esa cerveza hace 60 años no la vemos” “Y ¿Guarina? “Chico, ese helado es uno de los oprobios del pasado”…
“Jolines, entonces ¿Con quién tenemos que hablar, quién está al frente de este desmadre?”
“Oh, a ese le pusimos sus cenizas dentro de un seboruco, pero podemos traerle a un puesto a dedo que le dicen Díaz-Canel singa’ o”…
Y el tercer hermano Pinzón pregunta: “¿Porqué esto luce tan desmejorado?” Y Cheíto le responde: “Monina, desmaya la talla, aquí hemos sufrido el huracán categoría 26 llamado Fidel por 60 y pico de años”.
Las Tropas Especiales del Minint llegan para dispersar a la multitud aglomerada en la costa desesperada por abandonar Cuba.
Encaramado en el Carajo, Rodrigo de Triana grita: “¡Apaga y vámonos!”
El gran genovés da la orden a todo pulmón: “¡Pinzón, enfila las naves rumbo norte, y ordena 88 paellas de la Casa Juancho”…
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