Por Esteban Fernandez Roig Jr ()
Miami.- Se acaban de cumplir 100 años del nacimiento de Agustín Tamargo. Siendo un niño yo esperaba desesperadamente que Henio del Castillo llevara a mi casa la revista Bohemia, simplemente para leer a Agustín Tamargo.
Imagínense ustedes mi alegría cuando, hace muchos años, me llegaron las primeras noticias de que Agustín Tamargo, mi ídolo de la niñez, me colmaba de elogios y decía cosas increíbles en “Radio Mambí” como que “Estebita Fernández, que vive en California, según mi opinión es el mejor COSTUMBRISTA del exilio cubano” .
Y desde entonces comenzó a leer mis escritos, y mientras tuvo voz leyó mis artículos por la radio miamense. Y todavía hoy me cuesta mucho trabajo aceptar que Agustín me admirara.
Yo creo que es algo así como lo que representara para un católico que el Papa dijera de él “que es un gran religioso”.
Todavía y para siempre me duele su fallecimiento. No es justo que Agustín abandonara esta vida sin ver a Cuba libre. Esa Cuba que era su total y única obsesión en la vida.
Y mucho me molesta cuando siguen publicando un plagio a su artículo sobre los cubanos y se lo atribuyen a un mexicano llamado Víctor Mora, o a un americano llamado Andy Bergman.
Yo -que mi única virtud es ser agradecido- quiero que hasta el cielo lleguen mis palabras, para darle mis más encarecidas gracias.
Y decirle: “¡Tú fuiste, para mi gusto, después de Martí, el mejor escritor que ha dado Cuba, porque no han cambiado mis gustos y sigo siendo aquel muchachito que esperaba con ansiedad tus escritos en la calle Pinillos 463, en Güines!”.
Vaya: ¡Al pan, pan y al vino, vino!
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