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CAMBIOS DE MENTIRAS

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Por Oscar Durán

La Habana.- El presidente de la Unión de Periodistas de Cuba, Ricardo Ronquillo, acaba de decir lo siguiente: “ la disyuntiva es tan apremiante, como apasionante e inevitable: o cambiamos o cambiamos, esa es la cuestión.” La expresión me resultó interesante y me llevó a darle lectura a toda su intervención en la inauguración del IV Festival Nacional de Prensa Julio García Luis.
No pierdan el tiempo en leerla. De entrada, empezó a hablar de los problemas del mundo, en un espacio donde el tema central es cómo hacer “un mejor periodismo en Cuba”. Ellos están conscientes del desastre de prensa que tienen, pero no la pueden arreglar, porque deben decir la verdad y la dictadura no está preparada para eso. No existe, en primer lugar, un enfrentamiento crítico por parte de la prensa hacia el gobierno. La línea editorial de periodismo cubano, como todos sabemos, la dirige un pepillo agrícola del Comité Central, quien a su vez recibe orden de más arriba.
Ronquillo solo puede cambiar la pintura de la Casa de la Upec o quitar algún pantrista de un medio provincial. Esos son los cambios a los que está autorizado. Por ejemplo, si mañana mataran a un hombre -esto se ve a diario en la nación- en el medio de la calle en Camajuaní, el mutis será total dentro de los medios villaclareños. Entonces las redes se inundarán de vídeos y todo el mundo se entera del asesinato, mientras la prensa oficialista priorizará el balance anual de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC).
Dentro del bochorno nacional, se encuentra el periodismo. Si hay un país donde se puede hacer un trabajo periodístico exquisito es en Cuba. Nada sirve en la isla. Los mejores reportajes investigativos saldrían sobre la corrupción estatal imperante, el abandono de instalaciones económicas, o el colapso del sistema de salud. Son infinidades de cosas. No nos alcanzarían 62 mil milenios para denunciar toda la cochambre del régimen castrista.
Entonces, sale Ricardo Ronquillo diciendo que se debe cambiar sí o sí. Y pone de ejemplo de un buen trabajo en ese sentido a medios como Juventud Rebelde, Escambray y Girón. No sé de qué cambios habla el presidente de la Upec. No veo nada diferente. Por ejemplo, ayer le dieron siete puñaladas a un joven en Martí para quitarle la moto, pero el Girón prefiere poner el recorrido de Marrero por obras sociales de impacto social en Cárdenas.
Probablemente Julio García Luis, si estuviera vivo, no permitiría este bochorno. O quizás, sí, como diciendo: “me rindo, no puedo con ustedes”. El Dequi, un tipo bueno, honesto, también se cansó de tanta mentira. Por eso se fue un poco temprano, cuando todavía tenía fuerzas. Ahora le rinden tributo con un festival donde se habla de cambios en la prensa.
Seguimos mal, Julio, muy mal. En 1988, cuando yo tenía siete años, te entrevistaron en Juventud Rebelde y dijiste que “el modelo de prensa aplicado en el país estaba agotado y no se correspondía con las necesidades del desarrollo económico y social de Cuba”.
Treinta y seis años después, estamos en las mismas, Julio. De fracasos en fracasos y de mentiras en mentiras.

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