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Cabrisas regresa a la gran escena a los 86 años

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Por Anette Espinosa

La Habana.- Pocos cambios hubo en la nomenclatura castrista en la última sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, la misma en la que fueron ratificados casi todos los cargos, entre ellos el del presidente del referido órgano y el de Miguel Díaz Canel como jefe de Estado para otros cinco años. Sin embargo, llama la atención la vuelta a escena de Ricardo Cabrisas, como ministro de Comercio Exterior.

Cabrisas, nacido el 21 de enero de 1937, sustituyó a otro dinosaurio del régimen, Rodrigo Malmierca, sin que se explicaran los motivos del relevo de este último, quien estuvo muchos años al frente de la referida cartera.

Ricardo Cabrisas es el ministro más viejo de Cuba y posiblemente del mundo, en una muestra fehaciente de que el gobierno cubano apuesta por la famosa continuidad de la que hace loas Díaz Canel a cada momento.

Hombre de confianza de los Castro, proveniente de las Fuerzas Armadas, Cabrisas ha ocupado diferentes cargos de importancia en la nomenclatura castrocomunista, entre ellos el de vice primer ministro primero, y en los últimos tiempos ha encabezado delegaciones cubanas para negociar acuerdos económicos en diferentes países.

Habitualmente visita Vietnam, China o Rusia, para reunirse con empresarios y dirigentes políticos de esos países con la intención de conseguir préstamos, incluso donaciones, desde esas naciones, a veces con un poco de éxito, pero otras con fracaso absoluto.

A pesar de que Raúl Castro confía plenamente en el octogenario ministro, y que Díaz Canel repite constantemente lo mismo que dice su tutor, el ahora ministro de Comercio Exterior no suma mucho acierto en sus gestiones, aunque ha tenido poderes para emprender acciones que los que gobiernan Cuba le han dado, entre ellas todo lo relacionado con la renegociación de la deuda externa.

Cabrisas camina muy lentamente ya. Se tambalea al andar y los escoltas que lo acompañan tienen que tener mucho cuidado con él, sobre todo en sus visitas al extranjero en temporadas de invierno, además de que suele dormirse en reuniones.

En su círculo cercano dicen que es uno de los pocos hombres en el mundo que tiene el don de dormirse con los ojos abiertos, como si escuchara. En tanto, en Comercio Exterior su nombramiento no fue bien visto, porque alguno de los que estaba por detrás de Malmierca creyó que debía ser el sustituto.

Tampoco sentó bien entre los trabajadores normales del ministerio, porque lo consideran un ‘viejo altanero’, que puede entrar y salir cientos de veces del lugar sin mirar a su alrededor.

Sin embargo, Cabrisas es el hombre de confianza para negociar acuerdos con los rusos de cara al futuro, que es hacia donde ha enfocado el gobierno de la isla sus objetivos, algo en lo que no hay que ser experto para darse cuenta, luego de las visitas a la isla de tres pejes gordos del equipo de Putin: el presidente de Rosneft, Igor Sechin; el secretario del Consejo de Seguridad, Nikolay Patrushev, y el canciller Serguéi Lavrov.

Todo ellos visitaron Cuba en el último mes y medio. Y Lavrov, quien abandonó La Habana hace apenas unas horas, dijo antes de salir que Moscú seguirá trabajando para enviar petróleo a Cuba, y negocia un préstamo para hacerlo también con el trigo.

Sin embargo, las relaciones entre Moscú y La Habana no son tan buenas como muchos pudieran imaginar, porque Rusia exige a Cuba que pague sus deudas, y exige que el importe de cada barco que zarpe de puertos rusos esté depositado antes en bancos del país euroasiático.

Cabrisas tiene la misión de negociar con los rusos, convencerlos, asegurarles que Cuba pagará, y, al mismo tiempo, tratar de atraer hacia la isla a empresarios de aquel país, aunque luego nadie sepa cómo se llevarán sus ganancias.

Esa es la tarea de Ricardo Cabrisas Ruiz, pero muchos, incluso en su propio ministerio y en el Consejo de Ministros, creen que no podrá llevar adelante su encomienda, pero no tienen más remedio que aceptarlo, porque el octogenario titular de Comercio Exterior es un hombre de Raúl Castro y fue él quien lo puso en ese cargo, del cual solo el menor de los Castro lo podrá quitar.

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