
BENITO JUÁREZ Y SU MÁXIMA: «INFORMACIÓN ES PODER»
Por Joel Fonte ()
La Habana.- La información fue siempre una herramienta de control político. Desde mucho antes de los tiempos de Juárez -nació en marzo del 1806, y murió el 18 de julio de 1872-, que fue abogado, comandante militar, político, y finalmente presidente de la nación mexicana desde 1858, y hasta su muerte, el control de los pocos medios de información existentes en la época -y que eran sobre todo la prensa escrita, los periódicos- se entendía necesario para mantener el Poder, para alimentar la influencia del liderazgo en las masas.
Con la llegada en el siglo XX de la televisión, y más adelante de la interconexión global a través de las redes sociales, de la internet, en medio de ese proceso llamado Globalización, el control de la información ha sido entendido como vital en los procesos políticos.
Tanto es así, que luego de los tradicionales tres poderes que en Occidente se consideran inherentes a la democracia -poderes ejecutivo, legislativo y judicial- y unido al control de las fuerzas militares, se entiende que el control de la información es el Quinto Poder en los Estados modernos.
Pero no es este un proceso transparente, un ejercicio limpio en virtud del cual los estadistas utilizan los medios para difundir la verdad porque, como otrora existieron déspotas y monarcas, hoy siguen llegando al Poder hombres que lo utilizan para esclavizar, para tiranizar a los gobernados, y retuercen, desnaturalizan el papel político de la información para convertirla en herramienta de manipulación y propaganda, sustituyendo la verdad por mentiras.
El empleo de la información se desnaturaliza y deja de ser así de ser un derecho humano, un arma para la denuncia de la ciudadanía, para la educación y otros fines nobles.
Eso lo vemos a diario particularmente los cubanos; lo hemos sufrido muchas generaciones por más de 6 décadas de dictadura castrista.
Y es que el régimen de los Castro ha dado desde su violenta llegada al Poder una preponderancia a la manipulación, a la deformación de la realidad, sustituyendo las verdades más esenciales de la vida diaria por hechos que contienen ese fin de control político y social, el fin de lograr inmovilismo, inacción en las masas frente a las injusticias, los crímenes.
Ser periodista en Cuba es una profesión infame, desvergonzada, y lo es porque tales «profesionales» rompen de inmediato ese compromiso con la verdad, con los altos fines sociales que esta tiene, y desnaturalizan su actuar convirtiéndose en gramófonos, en propagandistas de la mentira.
Y devienen en mercenarios, en asalariados que obran contra el pueblo.
Ahora mismo estamos viendo similar deformación del papel de los medios masivos de información en el caso de Venezuela, donde el déspota y asesino de Maduro aplica un guión manipulador que visiblemente ha sido redactado por asesores de la dictadura castrista.
Entonces, la necesaria transformación de la realidad cubana -que es inevitable, impostergable- pasa por devolverle el derecho a la información a la gente, en poner esos medios lejos de la mano del Estado, y permear esa información de la transparencia y la verdad que debe serle consustancial: la información como arma de la ciudadanía contra el Poder, y no a la inversa.
Basta de manipulación y mentiras. No más temor. No más dictadura en Cuba.