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Por Redacción Deportiva
La Habana.- La pelota volvió a rodar en el cono sur con una intensidad que no permite pestañear. En una jornada donde se definieron destinos y se cavaron tumbas, la fecha 16 de las Eliminatorias Sudamericanas dejó más que goles: dejó renuncias, sueños rotos, revoluciones tácticas y el grito inapelable de los que no se resignan a mirar el Mundial por televisión.
Brasil clasificó sin pedir permiso. Vinícius Jr., ese niño que baila como juega y juega como baila, le dio el pase directo a la Canarinha con un gol que selló la victoria sobre un Paraguay pobre de ideas. El debut de Carlo Ancelotti en el banco brasileño fue más que correcto, fue autoritario.
Argentina, ya clasificada, se dio el lujo de jugar a medio gas ante una Colombia que no vino de paseo. Luis Díaz, más colombiano que la cumbia y el café, marcó un gol que puso a temblar a la Bombonera, aunque Thiago Almada se encargó de silenciar la algarabía cafetera con el empate. Reparto justo.
En Montevideo, Uruguay volvió a jugar como si aún estuviera el alma de Tabárez sobrevolando el Centenario. Un 2-0 cómodo, trabajado, sin alharacas. Venezuela hizo lo que pudo, pero Rodrigo Aguirre y De Arrascaeta firmaron una victoria que deja a los charrúas con un pie y medio en Norteamérica.
Pero si hablamos de escándalo, hay que mirar hacia la altura. Bolivia, siempre subestimada, pasó por encima de un Chile que se despidió de la clasificación y también de Ricardo Gareca. Monteiro y Terceros marcaron los goles, pero el verdadero titular fue la renuncia del Tigre, abatido no solo por el resultado, sino por un proyecto que nunca despegó.
Y mientras tanto, Perú y Ecuador firmaron un 0-0 que huele a funeral limeño. Ecuador celebra su clasificación matemática, mientras los peruanos miran la tabla y hacen cuentas imposibles. La blanquirroja, otrora incómoda, hoy es un equipo huérfano de goles y de fe.
La tabla habla por sí sola: Argentina, Brasil y Ecuador están adentro. Uruguay acaricia el boleto. Colombia y Venezuela están en zona de repechaje y con vida. Bolivia, contra todo pronóstico, sigue soñando. Los demás ya pueden ir pensando en el próximo ciclo.