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Al-Hilal elimina al City de Guardiola

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Por Redacción Deportiva

La Habana.- Ni la billetera infinita de los jeques, ni la genialidad táctica de Pep Guardiola evitaron lo que parecía imposible: el Manchester City ha sido eliminado del Mundial de Clubes. Y no fue una derrota decorosa, de esas que se aceptan con dignidad. No. Fue un batacazo histórico a manos del Al-Hilal saudí, que lo despachó 4-3 en un partido que terminó siendo un verdadero infierno para los ingleses.

Todo comenzó como el guion habitual de un equipo que está diseñado para ganar. A los nueve minutos, Bernardo Silva aprovechó un centro quirúrgico de Rayan Aït-Nouri y puso el 1-0. Desde ese momento, el City se sintió dueño del balón, del partido y, de paso, del futuro. Pero en el fútbol, como en la vida, el que no mata, muere.

Y fue exactamente lo que ocurrió. Apenas arrancó la segunda mitad, Marcos Leonardo, con una sangre fría que no parece compatible con los millones que corren en la Premier League, puso el 1-1. No habían terminado de recoger los banderines del empate cuando Malcom, sí, Malcom, les clavó el segundo. Y como el orgullo del campeón no se negocia, Haaland apareció en el minuto 55 para devolver el alma al cuerpo celeste. 2-2 y a la prórroga.

Ahí, en ese espacio donde se separan los hombres de los niños, Al-Hilal demostró que no había viajado hasta Orlando a tomarse selfies. Koulibaly, con un cabezazo de esos que rompen redes y corazones, puso el 3-2. Guardiola, desesperado, miró al banco y mandó a Phil Foden al ruedo. Y el chico no falló: minuto 104, gol, y el empate que parecía abrir la puerta de la salvación.

Pero cuando el fútbol decide ser cruel, no hay táctica que aguante. Minuto 112, otra vez Marcos Leonardo, otra vez el verdugo, se plantó en el área y con una definición quirúrgica puso el 4-3 que mandaba al City de regreso a casa. Mientras tanto, en la portería saudí, Yassine Bounou se graduaba de héroe con atajadas que valen más que todo el petróleo del Golfo.

Manchester City se va del Mundial de Clubes con más pena que gloria, humillado, cuestionado y con Guardiola obligado a responder por qué su equipo más caro, más laureado y más admirado sucumbe en los momentos donde se supone que debía imponer su ley. Al-Hilal, por su parte, no solo hace historia: manda un mensaje claro al mundo del fútbol. El dinero puede comprar jugadores, pero no compra coraje ni hambre de gloria.

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