Granma juega con los cubanos, con la sal y el azúcar

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Por Fernando Clavero
La Habana.- Hace dos días, el diario Granma intentó justificar la escasez de sal en Cuba y culpó a la infraestructura ferroviaria. Algo así como que no hay sal porque los ferrocarriles no llegan a los lugares donde están las salinas, y, por ende, no llega a la población.
Eso me recuerda un chiste de hace años sobre una cafetería que solo vendía yogurt. Un cliente llegó, pidió un yogurt y le dijeron que no tenían vaso. El hombre haló por un pomo que llevaba en una mochila, y le dijeron que no, porque no tenían azúcar. ‘Justo lo que necesito’, dijo el cliente, pero le dijeron que en realidad no tenían yogurt. Y entonces preguntó que por qué estaban abiertos y dijeron que no tenían candado.
Es increíble lo de la sal. Y lo del azúcar mucho más, porque Granma, para no ir de lo salado a lo dulce, se reservó el tema del azúcar para dos días después y aunque admite que ‘hay atrasos en la fabricación de azúcar’, aclara que ‘debe entregarse la que demanda el consumo nacional’. Al mismo tiempo, recuerda que ‘es notable la carencia de azúcar en el mercado minorista y, por tanto, objeto de especulación en el comercio ilegal’. Eso último para lanzar algún dardo sobre supuestos daños de los mercaderes que ellos mismos han creado a la delicada situación del pueblo.
Según Granma, Azcuba tiene que producir las 400 mil toneladas que se necesitan para el consumo interno en 2023, pero el ingeniero Ángel Luis Ríos Riquenes, que tiene el grandilocuente cargo de director general de Encadenamiento Productivo de esa entidad, dice que ahora mismo hay un déficit de 95 mil toneladas contra lo previsto, en una zafra que está más cerca del final que del principio. Eso es casi un cuarto de la producción total, y tal vez sea la causa de que a las bodegas solo hayan enviado dos de las cinco libras habituales.
Para el ingeniero de marras, ‘la situación está asociada a problemas originados, entre otras cosas, por averías eléctricas y roturas de centrales. También ha faltado combustible y no se ha efectuado a tiempo la entrada de las piezas para medios de transporte y corte de caña, así como de gomas, baterías y otros recursos importantes del alistamiento de los centrales, lo que está relacionado con dificultades de financiamiento y con la vigencia de las medidas de ahogo económico del Gobierno de Estados Unidos’.
Pero hubiera sido más fácil decir que ese era el plan y que no hay recursos con los cuales echarlo adelante. Y punto. No hay que dar tanta vuelta ni justificar nada. Pero el ingeniero no puede decir eso, porque si lo hacen, al otro día lo quitan, y entonces pierde carro, recursos, gasolina y prebendas, y pasaría a formar parte del ejército de los coleros, que es como decir de los que no tienen nada.
El ingeniero dice, sin embargo, que ‘como la zafra aún es joven, consideramos que garantizaremos lo programado. Es cierto que se nos alargará un poco más de lo previsto. Con el déficit productivo que tenemos hasta ahora, algunos centrales tienen marcado el fin de la zafra en abril. Otros, en el mes de mayo; y aquí está el mayor riesgo, que se nos pueda afectar por condiciones climatológicas’.
Ya el hombre adelanta que la zafra se puede extender a mayo, incluso más allá, como han hecho en muchas oportunidades desde que la revolución controla la economía y no personas que saben de verdad.
Ríos Riquenes, en la nota del diario oficialista, entra en constantes contradicciones. Lo mismo dice que se puede cumplir con el plan de las 400 mil toneladas, que lo ve difícil por alguna pequeña sequía, dificultades en la industria, y lo mencionado anteriormente, que no es nada baladí. Pero así funciona Cuba.
Poco después, el dirigente de Azcuba menciona un grupo de centrales que han tenido problemas, y dice que las soluciones pasan por adoptar ‘medidas con los cuadros y para el reforzamiento de la atención a esos centrales. Hoy la mayoría de ellos ha ido tomando el paso, como confirma el incremento de las molidas y de los rendimientos’.
Los cuadros de nuevo. Siempre los cuadros, cuando está probado que los problemas en Cuba son sistémicos y no de uno u otro que pongan al frente de algo, porque al final ninguno resolverá nada, porque no tendrá la capacidad de hacer lo que necesita el central, la empresa o lo que sea.
Pero lo mejor llega cuando al ingeniero Ríos Riquenes le preguntan como enfrenta el robo de azúcar en los centrales. Entonces responde: ‘Esa es una situación muy compleja, que no pocas veces ha obligado a los directivos de los centrales a concentrarse en el enfrentamiento a los actos delictivos, que hoy se encaran con un conjunto de medidas con protagonismo de los consejos de dirección, obreros consagrados y organizaciones políticas que existen allí’. Y cuando uno llega hasta ahí no tiene más remedio que quedarse absorto, como si no entendiera nada, porque en realidad no se puede entender.
Aunque en Cuba todo tiene una justificación. Y si no la tiene, Granma se la busca, como buen vocero de un gobierno caótico, incapaz de resolver nada, de avanzar en algo, aunque ese algo esté tan enraizado en la cultura del cubano del campo como la producción de azúcar.

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