Por Anette Espinosa
La Habana.- Los dirigentes cubanos se pierden en reuniones que no aportan nada, caminan los lugares en donde los votarán en la próxima farsa electoral y prometen prosperidad, en tanto el pueblo sufre cada vez más la rudeza de una escasez ilimitada que no parece tener visos de acabar nunca.
Hace unas horas, alguien tomó una nota del portal Cibercuba sobre la escasez de aceite para cocinar y la puso en Facebook, y los comentarios en la publicación denotan muy a las claras que lo que se está viviendo en Cuba no tiene comparación con ninguna otra parte del mundo.
https://www.cibercuba.com/noticias/2023-02-19-u1-e199482-s27061-cubanos-aceite-comestible?utm_medium=buffer&utm_source=facebook&utm_campaign=cibercuba_noticias
Algo tan esencial para la alimentación y para la vida como el aceite, no se encuentra en Cuba. No hay, no lo puedes comprar, ni aunque pagues 1500 pesos por un litro, que sería como dedicar la mitad del salario de una persona normal. Todo eso mientras el impuesto presidente dice que Cuba avanza y que es la envidia del mundo, razones por las cuales la campaña en su contra y contra su gobierno crece en las redes sociales.
Hasta en el más pobre de los países africanos, y en Haití, la referencia más cercana, el aceite se vende por la libre, a precios ínfimos, en dependencia de su calidad y del producto con el que fue elaborado. El de oliva es más caro, pero aún así es mucho más barato que el que venden en Cuba, que tiene dudosa calidad comestible, y que no existe, porque no se produce y el gobierno no permite que nadie lo importe y tampoco lo hace.
Lo del aceite solo fue la carnada para que las personas entraran al trapo sobre otras cosas, entre ellas los detergentes. No hay detergente en Cuba. No hay en las tiendas, no se puede comprar por ninguna parte, y salvo en La Habana, donde, de vez en vez, entregan pequeñas cantidades por la libreta de abastecimiento, en el resto del país no conocen de eso. Incluso, hay quienes hablan de volver al maguey, una planta que se uso en tiempo inmemoriales para hacer espuma.
Hasta hace poco, en La Habana se pagaba a peso cubano el gramo de detergente. Algo así como que un kilogramo costaba en el mercado negro unos mil pesos, pues ahora está a dos pesos el gramo, y un paquetico de 600 gramos cuesta mil 200 pesos cubanos. Todo eso de una semana a otra.
No hay huevos en Cuba. En la mayoría de los lugares del país, de las cinco libras de arroz que llegaban a las bodegas en la llamada canasta básica, que de básica no tiene nada, solo se han vendido dos, lo cual ha disparado el precio de ese cereal hasta 120 pesos la libra. Tampoco hay azúcar, y ni hablar de las carnes, cuando no sea el picadillo que venden en las tiendas en MLC, porque hasta el pollo, habitual hasta hace unos meses, se ha perdido.
El fin de semana, Tribuna de La Habana se hizo eco de la inauguración de una hamburguesería en la popular esquina de 23 y 12, en El Vedado habanero. Y para hacer aún más el ridículo, puso fotos de los rozagantes dirigentes del partido y el gobierno interrogando a los clientes, mientras comían, sobre la calidad y no sé qué más. Todo eso en medio de promesas de que aumentarán la producción, de que va a durar en el tiempo, y otras cosas que ya nadie se cree.
Los cubanos debemos estar viviendo un experimento: vivir sin comer, o hacerlo sin lo elemental, y sin otra posibilidad que escapar del país, mientras la clase gobernante vive a sus anchas, a pierna suelta, sin preocupaciones, sin tener que hacer colas de horas para comprar algo y con todos los problemas resueltos, entre ellos otros tan importantes como el transporte y la salud.
La escasez de aceite es apenas una más, un producto específico de los cientos a los que el cubano no tiene acceso. Pero el gobierno, tratando de legitimarse una vez más, con unas elecciones circenses, no tiene tiempo para pensar en esas cosas.