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¿Alguna vez te has preguntado cómo los puentes y acueductos romanos siguen en pie después de 2,000 años sin usar una sola gota de pegamento moderno?
La respuesta no es magia, es pura física y geometría. El secreto de esta estructura inmortal radica en la Piedra Clave (Keystone). Es esa pieza central en forma de cuña que ves en la cima. Sin ella, todo se derrumba; con ella, el arco se vuelve indestructible.

El arco funciona bajo un principio fascinante: convierte el peso vertical (gravedad) en fuerzas laterales de compresión. Cuando la Piedra Clave recibe carga, empuja a las Dovelas (las piedras de los lados) hacia afuera y hacia abajo. Esta fuerza viaja piedra por piedra hasta llegar a los Pilares, que la transmiten al suelo.
Lo brillante es que, cuanto más peso le pones encima al arco, más se aprietan las piedras entre sí, haciendo la estructura aún más sólida. No necesita cemento ni acero, solo gravedad y un corte de piedra perfecto. Entender esto es entender la base de la arquitectura clásica que moldeó nuestra historia.