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Por Mauricio de Miranda Parrondo
Cali.- Me desviaré por un minuto de lo que dije que haría para comentar algo respecto al «affaire Gil». He leído una nota publicada por su hija Laura. No he podido dejar de acudir a su publicación para decir algo allí. Quienes me leen desde hace mucho tiempo deben conocer hasta qué punto he sido crítico de la gestión de Alejandro Gil como ministro de Economía, pero no solo por él, a quien considero que carecía de las competencias para desarrollar tamaña tarea, sino por el sistema que él representaba y que continúa petrificado, pero con toda su fuerza opresora e incapaz para afrontar con dignidad las necesidades del pueblo.
Respecto a su caso, me gustaría compartir lo que sucedió en Vietnam en 2023, algo que comenté en su momento en un post aquí en Facebook. El 17 de enero de 2023 renunció a su cargo el presidente de la República Socialista de Vietnam, Nguyen Xuân Phúc, entonces miembro del Buró Político del CC del PCV. ¿La razón? Cuando era primer ministro (2016-2021) dos de sus viceprimeros ministros, Pham Binh Minh y Vu Duc Dam, cometieron actos de corrupción relacionados con la sobrefacturación de los test para determinar la infección de Covid y los vuelos de repatriación de ciudadanos vietnamitas que se encontraban en el exterior en el momento en que el mundo quedó paralizado, y fueron descubiertos después.
Los escándalos de corrupción incluían al entonces ministro de Salud Pública Nguyen Thanh Long y al alcalde de Hanoi Chu Ngoc Anh. Es decir, no ha existido una acusación contra el ex-presidente Nguyen Xuân Phúc, pero este asumió su responsabilidad porque cuando era primer ministro, dos de sus viceprimeros ministros y un ministro cometieron crímenes de corrupción y eso lo hizo renunciar. Tuvo vergüenza y no buscó atornillarse en el poder.
Puede haber existido lucha de camarillas, como es típico en los regímenes autoritarios, y Vietnam es uno de ellos. Pero la realidad es que renunció el jefe de quienes fueron corruptos.
Ahora me dirijo al presidente de la República de Cuba y primer secretario del PCC y al primer ministro de Cuba. Señor Díaz-Canel ¿cómo es posible que una persona a quien usted despidió con agradecimiento por su gestión como ministro haya sido no solo corrupto sino también espía? Si esto es así, ¿cuál es su responsabilidad? Al primer ministro: Señor Marrero ¿cómo es posible que el viceprimer ministro y ministro de Economía Alejandro Gil pueda ser acusado de espía bajo sus narices y usted no supiera? Ustedes son responsables de eso.
Cubanos: entre 1936 y 1938 ocurrieron en Moscú unos procesos en los que fueron condenados a muerte muchísimos revolucionarios bolcheviques. Fueron acusados de crímenes que años después se demostró que eran falsos montajes: espionaje, contrarrevolución, etcétera. Aquello fue la contrarrevolución estalinista contra miles de comunistas con una historia revolucionaria probada. Fue el golpe definitivo que convirtió a la Revolución de Octubre en una contrarrevolución al estilo – o mucho peor, de hecho- del 18 de Brumario de Luis Napoléon Bonaparte.
No es este el caso. Estos corruptos no son revolucionarios, ni ellos ni quienes los acusan. Ni Gil, ni los que puedan aparecer, ni quienes dirigen actualmente a la sufrida Cuba le llegan al talón a aquellos héroes y/o monstruos, que los hubo de unos y de otros.
Señor presidente: como cubano -y ya se que algunos evitarán hablarme después de esto y asumo toda la responsabilidad de mis palabras-, Presidente: RENUNCIE.
Señor primer ministro: RENUNCIE.
Señores (as) diputados (as) a la Asamblea Nacional: Convoquen a una Asamblea Constituyente elegida libremente y después RENUNCIEN.
Ustedes, todos, carecen de la posibilidad de sacar a nuestro país de la terrible crisis en la que nos encontramos. Ustedes no son la solución, SON EL PROBLEMA. Es por ustedes que estamos donde estamos.
Estas palabras mías jamás dejarán de considerar los efectos nocivos de las sanciones económicas contra Cuba a las cuales me opongo con toda energía. Pero son ustedes los principales responsables de la debacle de nuestro país. Y por vergüenza, deberían marcharse.