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Por Mauricio de Miranda
Cali.- Si nadie se los ha dicho -que no lo creo-, valdría la pena que el presidente de Cuba, el primer ministro y todo el Consejo de Ministros supieran que los cubanos estamos hartos de planes cargados de objetivos que sabemos no se van a cumplir, ni los planes, ni los objetivos.
Entre otras cosas, todos estos planes carecen de lo fundamental (o no nos lo quieren mostrar aunque somos «los soberanos», según la constitución) y es: ¿qué van a hacer? y ¿cómo lo van a hacer?
Hasta ahora no hemos visto ninguno de esos programas, ni el supuesto de Estabilización macroeconómica, ni el que pretende «corregir distorsiones» y mucho menos el que ayer se ha presentado para «actualizar» el anterior.
La profusa palabrería en jerga burocrática no resuelve los problemas del país. Mientras se presentan nuevos objetivos y planes, seres humanos se mueren en los hospitales; edificios se derrumban; personas se acuestan sin comer; enfermos dejan de recibir sus medicinas. Basta ya de irresponsables cortinas de humo. Basta ya de insultar la inteligencia del pueblo.
Si fueran realmente responsables, deberían convocar a un plebiscito nacional, solicitando la confianza del pueblo en su gestión. De ganar ese plebiscito, tendríamos el gobierno que merecemos. Si lo pierden, entonces deben irse, pero no para ser sustituidos por otros incompetentes, sino para que sea el pueblo -mediante su escogencia libre- el que decida los destinos de la Nación.
Por cierto, plebiscito observado por entidades internacionales independientes. No vayan a crear comisiones formadas por la Duma rusa, la Asamblea Nacional venezolana o especímenes del «orteguismo-murillismo».
Todo tiene un límite en esta vida y ese hace rato lo han sobrepasado. Está bueno ya de seguir andando por las ramas. Las cosas hay que decirlas alto y claro. La situación del país y de la nación es de urgencia.