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El Hombre de Tollund: el sacrificio en la turbera

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Por Datos Históricos

La Habana.- En 1950, dos trabajadores daneses que cortaban turba en un pantano descubrieron un cuerpo tan intacto que al principio pensaron que se trataba de un crimen reciente. Sin embargo, el hallazgo pertenecía a un pasado remoto: era el Hombre de Tollund, un cadáver que había permanecido oculto durante más de dos mil años.

La conservación era asombrosa. Aún se distinguía la barba incipiente en su barbilla, las arrugas de su rostro, incluso sus huellas dactilares. Los investigadores pudieron analizar su última comida: un simple guiso de granos y hierbas. Pero lo más inquietante no estaba en su estómago, sino en su cuello.

Todavía llevaba una soga trenzada de cuero animal, apretada contra la piel. Todo indica que lo ejecutaron por ahorcamiento, no como un criminal, sino como parte de un ritual de sacrificio humano en la Edad del Hierro.

El Hombre de Tollund reposa hoy en un museo, con su expresión serena que parece la de alguien dormido. Un testimonio perturbador de cómo, en otro tiempo, la vida humana podía ser ofrecida a los dioses para mantener el equilibrio del mundo.

A más de dos milenios de distancia, su rostro nos recuerda que incluso en la muerte puede quedar grabada la historia de un pueblo.

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