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Por Siro Cuartel ()
Si a alguien le queda duda de que la «Revolución Cubana» traicionó a los que más le creyeron, basta con leer unas cuantas cartas en Acuse de Recibo, de Juventud Rebelde.
Ahí están los viejos que trabajaron toda la vida y hoy no pueden ni cobrar una pensión ni el dinero de un premio que le deben hace varios años. También están los ancianos enfermos a los que les bloquean cuentas bancarias sin explicación. Además, las madres que llevan años reclamando una vivienda. Igualmente, los jóvenes a los que se les asigna una casa y luego se la quitan. Todo con una frialdad institucional que estremece.
No. No hay errores. Hay abuso, engaño, abandono. Y lo más triste: no es que el sistema falle, es que fue diseñado así. Para desgastar, para callar, para que nadie dé la cara.
Que alguien tenga que escribir tres cartas a un periódico para que le devuelvan su dinero o lo atiendan en una oficina es una muestra de todo lo que está podrido. Necesita ser reconstruido desde cero.