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La revolución está protegida

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Por Guillermo Rodríguez Sánchez

Ciudad de México.- En algún lugar del oriente de Cuba apareció ahora este sujeto con gorra Nike mandada posiblemente de Miami y tenis enviados por alguna sobrina o amigo. Fueron adquiridos en cualquier candonga china de Panamá, Haití o Guyana. Además, tiene un reloj Orient manufacturado en el capitalismo, listo para defender las conquistas alcanzadas ante una eventual agresión anunciada desde hace 62 mil milenios. Sin embargo, esa agresión no acaba de ocurrir.

¡Qué enemigo más informal, caballero!

Con el mismo máuser de Fico -solo que el de los muñes de Elpidio Valdés estaba más nuevo- se posiciona detrás de una mata de moringa en alguna cooperativa. En este lugar se hace de todo menos lo que se tiene que hacer, o sea, producir alimentos. Empuña decidido el modelo de fusil «Aborigen Baconao 2.0», mientras piensa henchido de convicción en cuándo le llegarán los papeles de España.

Sin abandonar la trinchera de ideas llama a la casa. Quiere saber si hay algo para comer esta noche. También indaga con resistencia creativa por el ventilador recargable que Pedrito le iba a mandar desde Houston por CubaMax. Es el único alivio a las griterías del niño cuando lo pican los mosquitos a las tres de la madrugada. Todo esto ocurre con 19 horas seguidas de apagón en continuidad.

Ni un refresco Tukola le darán

El hombre avanza decidido por el campo de batalla imaginario, pero le duele la barriga. Hace rato que no se come un buen bistec. Además, nota que todos los supervisores que visitan la guerra ficticia están rosaditos y rechonchos. Mientras tanto, él parece una lagartija superviviente en la edad media.

También se da cuenta de una variable táctica importante. Hay más posibilidades de que los carros nuevos con aire acondicionado, en los que se transporta el alto mando, arranquen sin fallas. Comparado con que su rifle dispare tres veces seguidas sin atascarse o reventarle en la cara.

¿Y por qué ellos no se ensucian también? ¿Y qué carajo me hago yo si sufro una quemadura por hacerme el guerrillero, cuando no tengo esparadrapo ni una gasa? ¿Cómo le explico a mi sobrina gogocera en Hialeah que rompí los tenis comiendo bazofia? ¿Ya no dan refresquito de lata ni bocadito de jamón en estas pantomimas?

…se pregunta gallardo el invencible soldado con cuatro I-220A en la familia.

«Titi, ¿vino por fin el agua? ¿No? Coño ya son 11 días. Bueno te dejo que vamos a invadir el potrero vecino donde el enemigo orquesta una maniobra subversiva contra las torres de Etecsa. Dale besos, revisa el correo pa lo de la embajada española que eso está al llegar. Bueno te dejo que los megas se gastan rápido y están calientes. Me fui a defender los logros digitales».

Exclama en llamada de WhatsApp a su esposa con digna energía, seguro de la victoria inminente.

La guerra es sin apagón

Finalizando el exitoso ejercicio «Croqueta Prodal explosiva 2025» se reparten algunos diplomas y una merienda consistente en yogur de soya y pan pela’o. Pues hay que adaptarse a la vida en campaña. Los jefes desaparecieron 20 minutos y regresaron con los botones de la camisa más apretados. Pero nah, el invicto soldado flaco sabe que seguro tomaron mucha agua por ahí.

Lo que le sigue pareciendo raro al combatiente cederista empicadillado es cómo Israel e Irán se están cayendo a bombazos hace dos semanas. Sin embargo, en las imágenes de las ciudades todo está iluminado bajo un fuego de artillería masivo. ¿Por qué no hay apagón si están en guerra?

«Ay no, que me llegue rápido la ciudadanía española. Yo tengo que ir a Europa a indagar cómo es esa talla. Luego paso la información clasificada en un correo secreto hacia las oficinas de Oficoda».

Se dijo para sus adentros el abnegado comando de élite fortalecido por la libreta de abastecimiento.

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