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Un amigo, de esos que cada día salen a buscarse la vida como si fueran leones, responde a un mensaje que le envié. Sus líneas son una postal, una postal de la pobreza en Cuba. Y acá se las dejo para que tengan una idea de cómo vive el cubano de adentro.
Ni una línea, ni una pañabra he quitado a su texto, porque lo que cuenta es lo mismo que pienso yo, lo mismo que sufro y todo lo que me duele:
Buen día: No vi la Mesa Redonda, pero puedo decirte que donde único no hay problemas con la corriente, por ahora, es en Isla de la Juventud. Cuatro o cinco horas de corriente continua en cualquier provincia es una fiesta popular.
En La Habana no es tan dramática la situación, pero no llega tampoco ni a regular. El servicio eléctrico es lo que más suena, pero aquí no funciona nada, o casi nada, que no es lo mismo, pero es igual. Muchas calles del Vedado, que antes eran más limpias que los hospitales, dan asco; el transporte público no existe y el privado está deprimido.
La canasta básica es, cuando menos, irregular; una libra de pan no baja de 120 pesos, cuando hay; los servicios de agua y gas manufacturado son inestables en muchos lugares del país; ETECSA hace lo que le viene en gana; los cajeros automáticos o están rotos o atestados de personas.
La disciplina social está en el piso (la madrugada del domingo pasado hubo una trifulca mayúscula en San Rafael, al menos siete detenidos con edades de entre 16 y 24 años); hay niños pidiendo limosna (a uno de 12 años lo atropellaron el lunes y falleció), incluso he visto niños haciéndolo en horario escolar.
Hay adultos haciendo lo mismo o registrando los tanques o esquinas con basura; hay un centenar de personas vendiendo lo que sea en los portales de La Habana o de manera ambulante; y los precios de todo en el cielo (Díaz-Canel dijo hace poco que había que eliminar los revendedores, que encarecen los productos agropecuarios. Además de que es algo que escucho desde que era un niño casi, lo dice como si el agricultor o el cliente, el pueblo, fueran los responsables de eliminar esos eslabones de una cadena torcida hace mucho tiempo)…
Y todo el mundo habla de lo mismo: lo mal que está esto. Y todo el mundo está envuelto en una simulación demencial, cuando no está inventando o tratando de salir de aquí.
En fin, intento quejarme lo menos posible y trabajar y trabajar. No espero nada del Estado hace mucho tiempo. Ni del de aquí, ni del de ningún otro lugar. Disculpa la perorata, pero acabo de terminar mi trabajo y llego a la casa un poco hastiado de lo que leo. Así que esto es una catarsis casi, pero sin desearle el mal a nadie.