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LA GUILLOTINA PARA ‘HUMANIZAR’ LAS EJECUCIONES

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En 1792, Francia introdujo un nuevo método de ejecución con la intención de hacerla más “humana”: la guillotina.

Hasta entonces, las penas de muerte se aplicaban con espada, pero requerían de un verdugo extremadamente preciso.

Un solo fallo podía convertir la ejecución en un espectáculo atroz de sufrimiento prolongado. Fue el doctor Joseph-Ignace Guillotin quien propuso un dispositivo que garantizara una muerte rápida y supuestamente indolora.

La idea parecía lógica, pero pronto surgieron inquietantes dudas. Se decía, por ejemplo, que cuando Ana Bolena fue ejecutada con espada en 1536, su boca se movía como si intentara hablar mientras su cabeza era exhibida al público.

En 1793, la revolución francesa ofreció otra escena perturbadora. Charlotte Corday fue condenada por asesinar a Marat. Tras su decapitación, el verdugo levantó su cabeza… y la abofeteó. Para horror de los presentes, las mejillas de Corday se enrojecieron y su rostro pareció expresar indignación.

¿Era posible que aún estuviera consciente?

El médico francés Gabriel Beaurieux intentó investigarlo. Durante una ejecución, se colocó cerca del lugar donde caería la cabeza de un reo. En cuanto rodó al cesto, el doctor lo llamó por su nombre. Sorprendentemente, los ojos del hombre lo miraron. Lo hizo una segunda vez, y recibió la misma respuesta. Solo al tercer intento, el rostro se volvió inerte.

Beaurieux concluyó que el cerebro humano puede permanecer consciente entre 25 y 30 segundos después de la decapitación.

Experimentos modernos con ratones han mostrado que tras la decapitación hay actividad cerebral de hasta cuatro segundos. Aunque el cerebro depende del oxígeno, una vez cortado el flujo, aún recibe el último aliento contenido en el sistema. Esa chispa es suficiente para generar una ráfaga de conciencia, como una luz que parpadea antes de apagarse.

Hablar es imposible —las cuerdas vocales y los pulmones quedan atrás—, pero la mirada… podría ser la última forma de comunicación de quien sabe que está muriendo.

Tal vez la guillotina no fue tan indolora como se prometió. Tal vez, durante unos segundos… la muerte fue plenamente consciente.

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