Por Jorge Sotero
La Habana.- El tiempo pasa demasiado rápido, tanto que ya hace un año del incendio en la terminal de Supertanqueros de Matanzas, que le costó la vida a 17 personas, la mayoría de ellas bomberos, sacrificados por la falta de pericia de quienes dirigieron la operación sobre el terreno.
El gobierno y su aparato de propaganda se encargan por estos días de recordar los sucesos, hablan de héroes, de hazañas, de triunfos, de victorias, pero olvidan que 17 familias sufrieron la pérdida de alguien muy importante, no un número más, como suele hacer la nomenclatura castrista a la hora de sacar cuentas.
Los que murieron allí fueron sacrificados, enviados a inmolarse ante las llamas, sin que supieran que corrían un peligro extremo y sin darle la oportunidad de decidir si iban o no, coaccionados en muchos casos por sus jefes, como ha quedado en evidencia en algunos vídeos filtrados de manera clandestina desde lugares cercanos al fuego, donde se acantonaban los encargados de apagar las llamas.
A estas alturas, por parte del gobierno prima el mismo mensaje: fue un accidente, por un rayo que cayó en uno de los tanques, en un lugar donde se violaban todas las medidas de protección habidas y por haber. Un accidente y nada más. Con eso basta en Cuba para taparlo todo, hasta los asesinatos que comete el gobierno, entre ellos los de los bomberos en Matanzas.
Lo cierto, no hubo accidente. Fue un asesinato masivo, tras el rayo que cayó sobre uno de los depósitos de combustible. No hubo compensaciones a las familias que perdieron a sus hijos, jóvenes reclutas del servicio militar general, ni por los padres que dejaron hijos huérfanos, porque no pudieron escapar de las llamas de una de las explosiones.
Para esos no hubo nada. Incluso no hubo una investigación seria, que revelara todo lo que había sucedido, quién había tenido responsabilidades y quién no. No se sabe quién fue el culpable de que las bombas de agua no funcionaran, ni quién mandó a los muchachos a las cercanías del tanque que explotó y que los sepultó en un mundo de llamas en una muerte atroz.
No se sabe de eso, ni se sabrá. Será otra más de las historias que el castrismo se comerá, que se tragará para que nadie sepa que ellos son los responsables, porque no hacen nada que tenga sentido, incluso ni con las medidas de seguridad propias de un país funcional, cualquiera sea. Porque a sus voceros, desde el presidente hasta el último seguidor, solo les importa cantar loas.
Eso sí, los oficiales enrolados en la extinción del incendio fueron ascendidos. Todos subieron un grado: los de Matanzas, esos que llegaron primero al lugar, los de Villa Clara, los de Mayabeque y los del nivel central, que solo fueron a supervisar.
Es bochornoso: las madres recibieron un ataúd con unos restos calcinados, y los culpables de las muertes, o algunos de ellos, se llevaron una estrella más, como si hubieran hecho una gran labor, como si fueran héroes de una batalla.
Y para colmo, no hubo renuncias en la cúpula de ningún ministerio. Los dirigentes del ministerio responsable de los tanques de combustible, los que violaron todas las medidas de seguridad, siguen ahí. También sigue en su puesto la cúpula del ministerio del Interior, responsable de la muerte de los bomberos.
Siguen y seguirán, porque esa ha sido la lógica del castrismo desde siempre, aunque no hay que ir muy lejos para buscar otros hechos similares, con violaciones de medidas de seguridad que provocaron muchas muertes y que nos hicieron pasar como accidentes. ¿Tienes dudas? La explosión del hotel Saratoga o la caída del avión en Boyeros.
Si tienen dudas, averigüen. Yo, por si acaso, les dejo unos vídeos acá para que saquen algunas conclusiones.
