(Tomado del Facebook de Javier Bobadilla)
La Habana.- Dijo Díaz Canel, en su discurso del 26 de Julio, que los que dicen que en Cuba hay una dictadura tienen que aprender historia, y leer acerca de la violencia que se ejerció conta los asaltantes del cuartel Moncada. No explicó, claro, qué tiene que ver el culo con la llovizna.
Independientemente de que yo quisiera verle la cara si un grupo armado le ataca un cuartel -porque se la he visto después de que una vieja le tirara una chancleta, o un periodista le dijera una verdad, y ha sido un espectáculo indigno-, él sigue sin aprenderse el concepto de dictadura.
Dictadura: Forma de gobierno en que una persona o grupo de personas ejerce el poder de forma ilimitada.
La última vez que revisé no decía si tenías que ser más malo que alguien en específico para ser una dictadura. Hay una definición, y al que le sirva, que se revise. Lo otro, son justificaciones de marido abusador.
Jorge Luis Tapia Fonseca sugiere criar clarias en el patio. A Ellos, eso de criar clarias les encanta. Este personaje viene dando tumbos por el gobierno desde el 86, subiendo lentamente, desde jefe de la UJC hasta vice primer ministro. Excreta su opinión con la seguridad que le da el que él se pueda parar ahí a decir cualquier barrabasada, que igual lo van a aplaudir. Y efectivamente, lo aplauden.
En mi casa dieron pollos para criar, d veces, en grupos de cinco. Es decir, intentamos criar 10 pollos en un apartamento de un cuarto en Centro Habana, donde vivían cinco personas. Yo cierro los ojos, y recuerdo la peste de los pollos, la caja en el medio, siempre en el medio, el cartón pudriéndose del agua y la mierda de los pollos. Los pollos muriéndose. Comida de pollo por donde quiera. Mi abuela tratando de mantener aquello limpio.
Criar los pollos fue una experiencia más que desagradable. Y por supuesto, no comimos pollo. Para Tapia fue una experiencia válida que se debe estudiar e intentar aplicar de nuevo, ahora en la piscicultura.
Tapia ni siquiera se está burlando de nosotros. Tapia se lo cree. Años y años de decir y hacer absurdos con total impunidad llevan a eso. Pero si Tapia vagamente clasifica en la misma especie que nosotros, quien lo aplaude es posiblemente lo más bajo y más abyecto que pueda haber parido una madre.
Y pueden decirme lo que quieran. Yo, cuando se discute por comida, me pongo muy mal.
Esteban Lazo, reliquia viviente de la revolución, otrora incoherente, ahora además senil, dice que es el deber de los diputados pensar cómo desenredar y reorganizar cosas que estaban organizadas y que Ellos mismos desorganizaron. Ese Ellos lo pongo con mayúsculas, porque no son los diputados los que desorganizaron nada. Fueron los Ellos de Lazo.
Lazo vive en un mundo de fantasía. En su mente, ya es eterno. Tiene siglos para seguir enredando y desenredando, desorganizando y volviendo a organizar. La muerte no es verdad, El Partido es inmortal. Que entre estupidez y estupidez pasen generaciones y se les joda la vida, eso es un inconveniente menor. Las palabras de Lazo son lo más importante de todo lo que se habló. Lazo dijo sin saber -como siempre-, lo único que necesitaban decir.
En los tiempos de Fidel, toda esta gente anteriormente mencionada hacía mandados y lavaba calzoncillos. El Único, El Insuperable, era el que tenía el superpoder. Se paraba detrás de un micrófono, allá, y te decía como tenías que pelarte y como tenías que vestirte, y lo que tenían que estudiar tus hijos, aquí, y tú lo hacías todo. Estos sonámbulos que hoy sufrimos nunca fueron más que extras en una película que sólo tenía un protagonista y un director.
¿Soy de los que clama por la vuelta del Invicto?
No. Si él vuelve, yo me voy. Murió invicto, y no fue por negligencia de la Muerte, fue porque contra él no había pelea posible.
Desde su piedra, el Inmortal te mira complacido. Se fue, te dejó al hermano, y ahora el hermano también se fue, y te dejó unos muñecones de carnaval, huecos e inexpresivos, y tú todavía tienes miedo de que venga Él a regañarte. La Muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida.
P.D. Del diputado del queso gouda, Carlos Miguel Pérez Reyes, no te enamores todavía. Espera a que llegue a la parte en que le preguntan por su intervención, y él te explica que fue una opinión sana y sin malicia, que el gobierno actual y el Partido tienen todo su apoyo y su adoración, y que entre todos tenemos que aportar a la construcción del socialismo. Acuérdate de Armando Franco, el director de Alma Mater, y de Fabio, el profesor de historia de la UH, que también te rompieron el corazón.
