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MIENTRAS MÁS DURE EL CASTRISMO, MÁS DESASTROSO SERÁ EL DAÑO

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Por René Fidel González ()

Santiago de Cuba.- El modelo de poder instaurado y gestionado en Cuba está destruyendo en su decadencia y en la complejidad de las interacciones de sus contradicciones a un modelo de sociedad, a sus concreciones y éxitos; lo que es peor, está degradando las condiciones de posibilidad de desarrollo de un modelo civilizatorio del que se volvió un obstáculo, un límite y un factor de crisis.

La democratización de la sociedad cubana, de su cultura política, de sus instituciones, no es lo opuesto a lo que logramos ser como sociedad sino la condición de su desarrollo.

Lo que estamos dejando de ser, cada retroceso y fenómeno social que nos lacera, los males que vemos emerger o reaparecer indetenibles y brutales: la pobreza, la violencia, las drogas, la desigualdad en las oportunidades y la privatización de los derechos; el descarte masivo de Cuba como un espacio para la realización personal, la búsqueda de la felicidad y el logro de la plenitud material y espiritual, no son los defectos de lo que somos sino el resultado de los obstáculos que se nos levantan para impedirnos ser lo que queremos y merecemos ser.

Mientras más tiempo dure ese proceso, más desastroso y prolongado será el daño que se nos cause.

Tal modelo de poder está derrotado, lo está incluso históricamente, pero cada día que prevalece, cada día que nos derrota es un día en que nosotros mismos estamos condenando a la derrota a nuestros hijos y descendientes, a que el único futuro que conozcan sea el que no pudieron alcanzar sus padres, el de la derrota de sus padres y sus anhelos.

Nada puede aportar al desarrollo de la sociedad cubana lo que necesita posponer y oponerse a los derechos y libertades más elementales, a la igualdad política de los ciudadanos, lo que avasalla muchos de nuestros sueños por el afán ridículo de lo mediocre, lo que ha vuelto el derecho y las instituciones una mueca del despotismo, la soberbia y la mezquindad que unos pocos nos imponen a la mayoría, lo que necesita excluir y causar miedo para prevalecer.

Nada puede ofrecer sino la derrota de lo que ya fuimos y de lo que aún podemos ser.

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