(Tomado del muro de Facebook de Héctor Miranda)
La Habana.- Admito que soy fan de las redes sociales. Y aunque sé que dedicarle muchas horas a Facebook, Twitter, Instagram, Telegram, Tiktok o Youtube conspira contra mi salud, contra los hábitos saludables de vida, a través de ellas estoy en contacto con la familia, los amigos, me entero de infinidad de cosas que desconocía o me pongo al tanto de lo que ocurre en Cuba, el país donde nací y cuyo gentilicio llevo con orgullo.
Eso sí, a veces estar muy al corriente del acontecer cubano es malo, sobre todo para el que vive con intensidad tres o cuatro vidas, desde la de los padres en una parte de Cuba, hasta las de los hijos en otra, porque constantemente te das cuenta de que aquel lugar donde naciste dista mucho de un país normal, con un gobierno coherente y capaz, dispuesto a resolver los problemas de su gente, sin tantas justificaciones.
En los últimos días vi, por pedacitos, las intervenciones de Esteban Lazo en la Asamblea Nacional y sentí náuseas, pena ajena, rabia, y hasta deseos de tirar lejos el teléfono o romper el monitor de mi PC. Ya sé que ellos no tienen la culpa, que es mía, que soy quien me aferro a seguir cada cosa que pasa en Cuba, pero molesta -por no decir que encojona- que alguien hable con tanta ligereza de la situación del país, y que siempre encuentren los culpables en otros, y no en la propia gestión gubernamental.
El hombre, por ejemplo, dijo que Cuba produjo, hace apenas unos años, todos los frijoles de la canasta básica, como si en realidad la canasta fuera básica, como si con ella las personas pudieran subsistir, como si esas cosas que venden por la libreta de racionamiento, en unas bodegas que se caen a pedazos, sucias, llenas de roedores, alcanzaran para alimentarse con normalidad, para estar saludables, para llevar una vida digna.
Con 100 gramos de frijoles no vive ningún cubano, pero quien no tiene necesidad de ir a la bodega a comprarlos y luego contarlos, grano a grano, como hace Pánfilo, lo ve bien. Ese mismo ve bien que los niños solo tengan derecho a compotas hasta los tres años -y contadas, no las que quieran tomarse- o leche hasta los siete. O que el único arroz que puedes adquirir, porque otro decidió que fuera ese, lo vendan con piedras, gorgojos, basura o que se yo cuántas cosas.
Y luego, desde una tribuna, que puede ser su puesto predominante en la Asamblea, interroga, cuestiona, alardea de estudios y títulos, para dar la imagen de que sabe o se preocupa, y que las culpas no son de él o de ellos, sino de otros, de esos que no han hecho lo que tienen que hacer o lo que debieron.
Si no fuera por las dificultades que pasan los cubanos, en su inmensa mayoría, me parecería una broma que el ministro de la Agricultura le dijera a Esteban Lazo que tomen medidas con él, o con ellos, por no cumplir con los planes, o que el de la Alimentaria -muy bien alimentado, por cierto- dijera que fue un éxito la zafra del mango, porque al menos se garantizó la compota de la canasta básica del año para los niños (insisto, los de hasta tres años).
Observe el nivel de satisfacción con el que este degenerado habla de confiscar propiedades y destruir la vida de las personas. 😡#CubaEstadoFallido#EnCubaHayUnaDictadura #Cuba #PeorImposible pic.twitter.com/1YUXW6l5pG
— Liborio (@yosoyliborio) July 19, 2023
Lo que sí no es una broma son aquellas palabras del presidente de la Asamblea Nacional referidas a lo que verdaderamente le duele a las personas, lo de quitarle las cosas, las propiedades… dichas así, con una frialdad total, sin pensar que por quitar tantas cosas, Cuba llegó al nivel de pobreza que vive hoy.
Podría escribir un tratado sobre todo esto, pero sería contraproducente para mi salud y hasta para la de algunas personas que me aconsejan pasar del tema Cuba, como si eso fuera tan fácil para alguien que tiene allí al 90 por ciento de las personas que quiere, que, al final, es lo que más me interesa.
Cada vez que pienso en estas cosas, recuerdo unas palabras de mi padre: «si algún día tienes una familia y no puedes resolverles los problemas, tal vez tu mujer encuentre otro que lo haga. Maneja esa opción». Y ya es hora de que quienes gobiernan en Cuba se hayan dado cuenta de que no pueden con ningún problema. Sigan el consejo de mi padre. No les voy a cobrar por él.