Oscar Durán
La foto que encabeza este trabajo, no necesita mucha presentación, pero sí lleva un análisis. Los descaros de Miguel Diaz Canel no tienen límites. Lo mismo te baila sin ritmo un casino chamuscado en New York, que te habla un inglés al estilo Marlon el Guapo Natural, o se le ríe a Orestes Kindelàn por pura hipocresía.
Todos sabemos que Kindelán tiene un hijo fuera del país, buscando firmar un contrato en la MLB o en otras ligas. Si tiramos el cassette para atrás, al Tambor Mayor no lo hubiesen llamado a formar parte del cuerpo de entrenadores del equipo Cuba por el simple hecho de que tiene un familiar en el extranjero. Ese descaro fue moda en Cuba desde 1959. Ahora se quieren hacer los modernos, pero de eso nada. No tienen otra opción, se quedaron solos y deben hacerse los “chivos locos” porque de lo contrario Yusuam Palacios le dará clase de bateo a Yadir Drake, o Pedro Jorge Velázquez le enseñará a Yoanni Yera cómo se tira la recta de tres costuras.
Veo esa foto y no sé por qué me viene a la cabeza varios ejemplos de cubanos que los apartaron por tener un familiar allende los mares. Automáticamente te convertías en no confiable y te intervenían el teléfono para saber en qué estabas.
Cuando mi mejor amigo se fue en 2001 para Estados Unidos, al padre lo sacaron del Gobierno Provincial de Holguín sin darle una explicación. Se olvidaron de los méritos de ese honrado hombre y lo tiraron al ostracismo. Lo único que le dio la dictadura en 27 años de trabajo fueron unos diplomas que ni para ir al baño servían.
Tampoco olvido la vez que Yuri Boza, editor del Sistema Informativo, abandonó en San Diego la delegación cubana que participaba en el II Clásico Mundial. Boza tenía una relación sentimental con Karen Brito, en ese momento periodista de puntería en Cuba. A Brito la apartaron de las principales coberturas que estaba acostumbrada a hacer y estuvo muchos años siendo una más del montón. Ahora ha recuperado protagonismo por carnera que es, pero la pasó fea.
Pero si hay un ejemplo que viene como anillo al dedo es el de Reutilio Hurtado, un pelotero que se cansó de dar palos en la Serie Nacional y no pudo viajar ni a Melena del Sur, solo porque su hermano Diobelis decidió quedarse en Miami.
“A raíz de eso me tildaban de posible desertor. Recuerdo que en el año 1998 los equipos Cuba A y B se hicieron directo sin preselección. En la reunión para confeccionar dichos equipos invitaron a los 16 directores y a los 16 comisionados provinciales para que dieran su opinión y mi nombre fue fuerte candidato para integrar el equipo A.
Muchos coincidían, pero me comentaron varios de los DT y comisionados presentes en dicha reunión que mi director del equipo Santiago en ese momento, el ya desaparecido Higinio Vélez Carrión, a quien pido a Dios que lo tenga en su santa gloria y en paz descanse su alma, pidió la palabra y dijo que si me ponían a viajar, era ponerme a dormir en la cama de mi hermano Diobelis en Miami.
Imagínate si es la palabra de mi DT, el que más debe conocerme, qué puede decidir la Comisión. Por supuesto que me dejaron fuera de los equipos y desde ese día toda mi carrera fue gris”, declaró Hurtado a la revista Play Off.
Si seguimos esta línea de peloteros, a Eduardo Paret lo excluyeron de todo por varios años porque supuestamente habló con Rolando Arrojo. Lo mismo sucedió con Pedro Jova. A Pedro José Rodrìguez lo desaparecieron un tiempo por solo recibir unos dólares del antesalista venezolano José Piovàn.
De los ejemplos más recientes encontramos al de Ermidelio Urrutia. Henry, el hijo, decidió emigrar cuando su papá era el director de Las Tunas y esto le costó el puesto al otrora jardinero tunero. Por cierto, ahora mismo Henry Urrutia participa en la Serie del Caribe y es el cuarto bate de los Tigres del Licey. No quiere tener vínculo alguno con la Federación Cubana de Béisbol, declaró hace unos días
Por eso, que nadie compre las actitudes hipócritas de estos dictadores. Esa risita con Kindelán se estudia en la “Ñico López” para ponerla en práctica al primero que se ponga delante.
