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Por Luis Rodríguez Pérez
Quivicán.- La Tiranía nos protege, de aquellos a quienes pedimos recargas. La Tiranía nos protege, de esos lugares a donde ellos mandan sus hijos a estudiar. La Tiranía nos protege, del desarrollo, de la libertad. Nos protege, de viajar.
La Tiranía se protege a ella misma, de sus propias conquistas. Protegen el modo de vida que tienen.
Veía la foto que una hermana publicó, sentada frente a una copa con jugo de naranja. Ella, sonreía, deseaba buenas vibras; pero yo, como mis nietos, mirábamos el jugo de naranja. ¡Qué nuestros niños no conocen que es una mandarina, no han oído hablar de las toronjas! ¡Qué no conocen los dulces caseros de abuela, porque no hay leche, no hay azúcar, no hay huevo, no hay vainilla, ni chocolate! ¿De qué nos están protegiendo?
Más que el ciudadano, es el sistema. Las leyes protegen al sistema. El sistema protege al Tirano.
Yo sé, que esto lo sabemos todos. Pero es bueno gritar.
Que un auto atropella a un joven y se da a la fuga. Muere el muchacho, lo velan, lo entierran y ni un solo policía pasa a preguntar. En cambio, sale Angélica de casa y hay una patrulla detrás. ¿Les preocupa el pueblo o les preocupa quienes atentan contra su comodidad? Por eso andan vestido de verde, echando miedo ¡Qué no es la muerte de la gente lo que les preocupa, sino la protesta de la gente después de los destrozos del huracán! ¡No es la miseria del pueblo lo que les preocupa, es el grito de libertad!
¿Por qué, hoy día, no hacen un museo de la Seguridad del Estado? Porque tendrían que exhibir en sus vitrinas, no los ataques piratas, no los zapatos blancos de Nemesia, no los aparatos decomisados de la CIA, tendrían que poner las tonfas con que golpeaban diariamente a María Cristina; tendrían que exhibirse las esposas con que encadenan a los presos por la espalda y los cuelgan de una reja; tendrían que exhibir las órdenes de envenenar a Angélica o de asesinar a Payá; tendrían que exhibir el arma con que asesinaron a Diubis Laurencio aquel 11 J; tendrían que exhibir las instantáneas de actos de repudio a ciudadanos cubanos, los papeles con advertencias a los abogados, las órdenes de tomar prisioneros y hacerles la vida imposible para al pueblo escarmentar.
¿Por qué no enseñan a los pioneros, por qué no los llevan de visita a las unidades militares? Porque el enemigo al que combaten es al pueblo. Existen, para reprimir al pueblo. Se preparan para reprimir al pueblo. Me llegué un día a uno de los cuarteles generales de la perrera de la Tiranía, a 100 y Aldabó. Allí, mientras esperaba para visitar a un familiar preso, vi el entrenamiento de las «gloriosas avispas negras». Gloriosa tropa, supuestamente creada para entrar en territorio enemigo, para operaciones muy especiales ¿Saben qué hacían? Uno de ellos les lanzaba un contenedor de basura vacío, y los demás aprendían a esquivarlos. Los vi formar en diferentes filas y hacer sonar sus escudos con las tonfas ¡Qué no hay peligro de guerra extranjera, que no existe la mínima posibilidad de invasión extranjera! Las fuerzas armadas de Cuba se prepara para luchar contra el pueblo ¡Es el propio pueblo cubano el enemigo! ¡El capitalista burgués, el yanqui norteamericano es el pueblo cubano!
Millones y millones y millones de pesos en altísimos salarios para gente que lo único que hacen es prepararse para defender a la Tiranía del pueblo cubano.
Y todavía hay hermanos que se desaniman, que se ofenden cuando ven al pueblo desfilar el primero de Mayo o que aplauden y dan vivas cuando los visitan los tiranos. ¡Que el pueblo no aplaude, el pueblo chilla! El pueblo ha sido rebajado a cerdos, y los cerdos no entienden, no se organizan; los cerdos sólo chillan por hambre. Los cerdos chillan cuando aparece por el corral el amo, no es que quieran al amo, ni que quieran el estilo de vida que le han impuesto; los cerdos chillan, porque nada hacen y cualquier cosa les da esperanzas para aliviar su hambre.