MARTA VALDÉS, EL FEELING EXTRAVAGANTE

CULTURA Y FARÁNDULAMARTA VALDÉS, EL FEELING EXTRAVAGANTE

Por Carlos Cabrera Pérez

Majadahonda.- Marta Valdés González (La Habana, 1934 -2024) militó en el feeling extravagante que nunca gustó al castrismo, porque fue una mujer libre en su vida y en sus letras; muy alejadas del paradigma totalitario que parametró a los diferentes.

Marta siempre fue cubana, pero nunca revolucionaria verde oliva porque entendía la vida desde la sensibilidad y la libertad y nunca con imposición y la grisura unforme de tantos días tristes de botas y marchas hacia un ideal que nunca apareció.

En una de sus visitas a Madrid, comimos en la Sidrería el Asturiano, en el barrio madrileño de Chamberí, donde paseando después de almorzar, me contó que rechazaba la ola de arqueología interesada desatada por el tardocastrismo con figuras como ellas y emigrados con obra reconocida.

Nunca he sido mujer de comparsa, soy lo que he podido ser y de lo que más feliz me siento es que mis canciones no se contaminaron con la épica de un mundo raro y ajeno para mi, comentó mientras caminábamos y le dije que quizá ella era el vínculo entre Dulce María Loynaz y Carilda Oliver Labra, y su carcajada estalló en la plaza de Olavide.

Se puso seria y soltó: Oyes, pero yo nunca he hecho una canción a las ingles. Ni a los ingleses, riposté, y volvió a reir a mandíbula batiente.

Marta nunca fue estridente y siempre anduvo ajena al comportamiento gregario y bullanguero de la manada, ante el que sobrevivía con pequeños gestos de silencio y escogidas palabras para no tener que vivir luego con la afrenta de haber firmado cartas apoyando fusilamientos y linchamientos civiles.

Al menos nos queda el consuelo de saber que Elena Burque la recibirá en el cielo con aquello tan suyo de «Llora por lo que nunca hiciste…»

Cuando muere alguien admirado, cualquier epitafio se antoja escaso y hasta ridículo ante el deslumbramiento de una vida marcada por la coherencia, sin renunciar al goce y la emoción que implica vivir sin renunciar a lo esencial, pero quizá un trozo de su habanera «Aunque no te vi llegar» sirva para exorcizar el dolor por perder a una cubana rara, diferente e insoslayable :

«Todos los cantos antiguos
se pusieron a sonar
y supe que te acercabas,
aunque no te vi llegar…»

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