(Tomado del muro de Facebook de Rogelio Ramos)
La Habana.- ¿Quién necesita volar? Esta es la forma en que viajamos en el siglo XXI. Bob Gale
‘Somos el futuro’. El tipo se ríe porque le repito la frase: ‘Cuba es el futuro’. ‘No jodas, ¿que sí?’ Mira, nuestras ropas cumplen con nosotros cinco, seis, siete, diez años. Andamos a pie o en guaguas, de modo que la huella de carbono es menor, imagina si todos tuviéramos un Buick. Reciclamos los envases de champú, de agua y el plástico que hoy es un orinal, mañana un pulso y luego una caja y luego un carro para el niño y después un paño de tendedera. A fin de cuentas, La Tierra no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos.» Dicen que dijo David Brower aunque la frase se atribuye a los llamados amerindios.
Me mira con ojos de zombie, y sigo: usamos menos agua y andamos a pie, de modo que hacemos ejercicio. Los teléfonos y las computadoras duran años. Tenemos menos basura tecnológica. No comemos carnes rojas, y si lo hacemos, son de vacas no transgénicas ni alimentadas con raros piensos. Comemos plátanos y boniatos orgánicos. Al pan que se hace, le ponemos ingredientes orgánicos y lo consumimos poco, solo uno al día.
Comemos frutas de estación, como los ricos. Bajamos el consumo de azúcar, como los suecos, y no andamos por el mundo como ellos, que sienten vergüenza de dañar el medio ambiente. No usamos libras de cosméticos y no gastamos toneladas de papel. No consumimos grasas animales ni de ningún tipo en exceso.
No ponemos químicos en los suelos. Últimamente, hemos subido los precios del alcohol, el tabaco y muchos alimentos, porque cuando la gente de Europa viene, nos lo tira en cara: «Es que comen mucho».
No usamos plásticos de un solo día, aprendemos a hacer mucho con nada, vivimos con los abuelos y estos por tanto jamás se sienten solos, aunque ya los celulares pululan, somos tan sociales que le pedimos un poco de sal o café al vecino que no es desconocido, al contrario, es tan de la familia que llega sin avisar y se zampa alguna cosa del refrigerador.
Ya sé que el mundo anda con la inteligencia artificial, pero hay algo obvio: los megas están muy caros para andar todo el día en eso. Le dije y me miró con cara de susto, la tarde se colocó sobre el parque, agarré el bolso con los tres boniatos, y pedaleé a casa. Había una luna redondísima esa noche, leí a Asimov, comimos y no hubo apagón.
Me escribió por WhatsApp: «Tas quemao broder». «Creo que sí» le respondí. La noche se tiró sobre mis ojos. Soñé que mi amigo se comía un cable.