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Por Carlos Cabrera Pérez
Madrid.- Acaba de morirse en La Habana la irrepetible Juana Bacallao, que fue inscrita por sus padres con un nombre largo y español, y ha sido una referencia en la cultura popular cubana, que exageraba su lado frívolo para soltar verdades del barquero como su rica frase: la cultura es la cultura y lo otro es lo otro.
De sus valores musicales y artisticos hablarán otros con mejor critero y alcance, solo referiré una anécdota de la gran Juana en el cabaret Tropicana.
Visita a Cuba del entonces presidente argentino Raúl Alfonsín, 1986, Fidel tenía la información de que al ser médico, el visitante solía no trasnochar y en base a eso, se elaboró un programa, que establecía el fin de la recepción de bienvenida en palacio, a las diez de la noche.
El propio Fidel comentó a su invitado que ya quedaba libre para que descansara y Alfonsín, dijo que le gustaría conocer Tropicana. Obviamente, cuando en aquella Cuba los eventos se planificaban, casi siempre salían bien, pero la improvisación implicaba riesgos y Fidel ordenó irse a Tropicana, con el correspondiente despliegue de seguridad y despeje de las mejores mesas para disfrutar del show.
Una vez en el cabaret más famoso de La Habana, el conductor del espectáculo tuvo la ocurrencia de interpelar a Juana Bacallao, que actuaba esa noche y ocurrió lo que sigue y recuerdo.
-Juana, ¿cómo te sientes esta noche tan especial para todos los trabajadores de Tropicana?
– Yo, encantada de actuar para nuestro primer ministro, dictador del universo y todos sus secuaces…
Fidel, sabiendo lo que podía suceder a Juana, una vez se apagaran las luces, se levantó y fue hasta el escenario, donde la abrazó.
EPD, Juana, y gracias. Sin ti, los 65 años de la cosa habrían sido aún más difícil para los cubanos.