Por Arnoldo Fernández ()
Contramaestre.- Pude verlo, tomar estas fotos, compararlas con otras que había tomado antes y es mucha la tristeza cuando te das cuenta que cualquiera que está de paso por un pueblo, sin haber nacido en él, sin conocer su historia, sus lugares de memoria, decide arrancarle un trozo de identidad a la tierra de nuestros bisabuelos, abuelos, padres, hijos, nietos…
Así amanece Contramaestre hoy, ya no anidarán gorriones aquí, ni nos regalarán su canto.
Para el que no es de aquí, estos árboles son como cualquier otro, para los de aquí, una parte indispensable de su historia personal y colectiva.
Nos quitaron el Palo de las auras, lo hicieron sin respetar el pasado, sin importar el diseño urbanístico, sin considerar los valores ecológicos de los que hasta ayer fueron pulmones verdes de la ciudad.
Nada pudo contra el voluntarismo de los que llegan. No pudimos crear un cordón de amor para salvarlos. Contramaestre llora…
*Las dos primeras fotos testimonian el fin de la historia del Palo de las auras, las dos restantes cuando fue un lugar de memoria, atributo indispensable de la identidad local.