Por Pablo Alfonso (Especial para El Vigía de Cuba)
Santiago.-Cuando la Diosa comenzó a viajar por Europa como cantante de NG la Banda, yo andaba por los campos de la antigua provincia La Habana, detrás del antipático José Ramón Machado Ventura.
En aquel entonces, el segundo secretario del partido comunista de Cuba, le caía a mentiras a cuanto campesino encontraba a su paso y yo, de iluso, divulgaba tanta babosería.
Los periódicos de Europa reseñaban el virtuosismo de José Luis Cortés con su flauta, pero nadie divulgaba sus abusos sexuales con algunos miembros de la emblemática banda. Para colmo, cuando la Diosa lo denunció, el gobierno cubano, hizo caso omiso.
Yo seguía siendo periodista oficialista, o más bien propagandista del régimen. Fui corresponsal del sistema desinformativo de la Televisión Cubana en Haití y luego en Bolivia.
La Diosa mostraba sus dotes como actriz en la serie Cerquitica de El Vedado, en un spot contra la droga, y en varios capítulos de Día y Noche.
Yo seguía trabajando para el régimen y divulgando los inicios de cosecha de papa, el desastre de la zafra azucarera y cuanta tarea se les ocurriera a mis jefes.
En el 2000, la Diosa decidió alejarse del Tosco y de NG la Banda y comenzó una nueva vida en Francia. En muchos bares y cantinas se escuchó su inigualable voz. Trabajó en una lavandería, donde lavó, mucha, pero mucha, ropa.
Mientras la Diosa lavaba ropa en Francia, yo entrevistaba al entonces presidente boliviano, Evo Morales Ayma.
Ella, lavando ropa en el capitalismo, pudo invitar a su padre a Francia.
Yo, seguía dando coberturas televisivas con la presencia de Fidel Castro, entrevistando a presidentes, intelectuales, científicos, artistas y deportistas, entre otros, y solo podía invitar a mi padre y a mi madre a los municipios habaneros. Jamás soñar con viajar con ellos a otro país, como lo hizo la Diosa. No obstante, seguía trabajando para ese circo y sus payasos.
La Diosa, con su arte, colmaba de lujo su casa y le compró un auto a su padre. En cambio, mi salario no me daba para comprarle ni una bicicleta.
¿Qué cómo conocí a la Diosa? Fue el 25 de diciembre de 1980, en el hospital Materno Infantil de San José de las Lajas. Yo tenía 16 años y la Diosa, minutos de nacida. No le decían Diosa. Sus padres la llamaban Dianelys.
La noche, muy fría, le dio la bienvenida a la diminuta niña. Era rubia, nada que ver con el color trigueño de uno de sus medio hermanos, el periodista. Porque el periodista sacó la piel más oscura, como su madre, y ella la de su mamá y la del padre de ambos.
Todos querían cargarla. Sus hermanos por parte de padre, Quevedo, Carlitos, e Isa, lo hicieron.
Hasta Israelito, su otro consanguíneo, hijo de Deisy, la mamá de la Diosa, también la cargó. Su hermano, el periodista, no. El miedo a que se le cayera lo impidió.
Los padres de la Diosa por esos días atravesaban una seria situación económica, como la mayoría de todos los cubanos. Pocos escapaban a los estragos que iba haciendo el comunismo. No obstante Pablo Rafael Alfonso, el padre de la Diosa, creía un poco en el régimen. Se creyó el cuento y soñaba con una Cuba próspera.
Todos iban a jugar con aquella flaquita y pequeñita niña, sin tan siquiera sospechar su talento.
Traviesa, inquieta, rebelde, fueron condiciones que siempre mostró. Tampoco nunca tuvo pelos en la lengua.
Cada domingo, cuando iba para su escuela de música en Güira de Melena, su hermano, el periodista, la despedía junto a sus padres. En ese centro vocacional, donde se empezó a formar como músico, demostró que lo de ella era en grande.
Poco a poco, fue conociéndose en Cuba y en otras latitudes. Recorrió con su talento varios países.
Su padre ya no creía en el comunismo ni en sus gobernantes. Fue tanta su decepción que se convirtió en detractor del régimen. Así partió de este mundo.
Un buen día el periodista despertó del letargo. Bastaba con mirarse en el espejo de su padre. Un hombre que, por una revolución de mierda, llegó a la vejez sin que le proporcionaran ninguna calidad de vida.
Cansado de tanta hipocresía y falacia, de una ideología que solo conducía a la miseria, el periodista decidió irse a vivir a Chile.
La Diosa, por su parte, le daba voz a un pueblo que no la tenía. Denunciaba las falencias del comunismo, desde adentro. Demostró tener valor.
Su padre, sin dudas, desde su reposo eterno, validaba la valentía de su hija menor.
La Diosa fue censurada, atada, maltratada. Quisieron amordazarla, pero no lo lograron. Su fama fue en ascenso, ayudó a cuánta persona pudo y se convirtió en una artista incómoda para el régimen.
El 11 de julio de 2021, después de los sucesos en la Isla, el periodista arrancó para la embajada cubana en Chile. Quería mostrar su apoyo a los cubanos que pedían cambio. Allí fue agredido por sus funcionarios, lo cual denunció en el programa del influencer Alex Otaola.
Ese día, la Diosa me dijo que ella y nuestro padre estaban orgullosos de mí, por el radical cambio que había dado al ponerme al lado de la razón.
El pasado 27 de enero, la Diosa llegó a los Estados Unidos de Norteamérica. Ahora, sueña en grande, como lo que es.
Y sin dudas, seguirá alzando su voz hasta ver a su país libre, porque, para ella, Cuba es lo primero.
Mientras tanto, su hermano el periodista, hace rato es detractor del comunismo. Y nunca más dará su crédito en el sistema desinformativo de la Televisión Cubana. Nunca más permitirá que lo utilicen. Desde hace diez años vive en democracia y hoy pone su nombre en un medio independiente, que tiene el firme propósito de desbaratar un gobierno que no debió existir.
Nunca más dirá… desde La Habana, Pablo Alfonso, Sistema Informativo de la Televisión Cubana.
Ahora, vigilará desde El Vigía de Cuba, y dirá la verdad, simplemente, la verdad.
Hoy, tu mamá, mi padre, tu padre, nuestro padre, Axel y Reychel, Rey, nuestros hermanos, y Cuba toda, te deseamos el mejor de los días. Yo, me muero por darte el prolongado abrazo que la dictadura provocó. Deseo con todo mi corazón poder besarte y decirte, gracias por existir. Feliz cumple, hermanita linda. Feliz cumple Diosa. Dios te bendiga.
FELIZ CUMPLE, HERMANITA LINDA
