(Tomado del muro de Facebook de Arturo Mesa)
La imagen de Calendario es sugerente y me toca. Ella entra con sus alumnos a una librería. Me pareció era la del Alba Cultural, cita en Línea y C, no tengo certeza pero la forma de agrupar los libros ahí no es común.
Yo sé de libros y librerías, yo las he sufrido todas, yo me crié con ellas, las vi colapsar y me lleno de regocijo cada vez que entro a alguna donde quiera que voy.
El libro es una fiesta en cualquier ciudad a la que he ido. Sigue siendo un espacio mágico en donde hueles la mano del creador, la tinta y la historia.
Las librerías de este mundo no han muerto, la gente entra, husmea, se lleva algo o no, pero mira y disfruta. La gente lee, suelta el móvil, se inserta en una aventura y marcha junto al autor.
Y te digo que los precios son altos y la gente aun entra, o sirven té en el fondo para engancharte, o venden materiales de escritorio y tienes que entrar de todas maneras. Luego tienes tres pisos, cuatro, tienes categorías, idiomas, temas, libros para niños y el hipnotismo es intenso y el autor se motiva por ser parte de esos catálogos y de ese circuito. ¡Qué alegría la mía al encontrarme en una vidriera de Alcalá de Henares un anuncio que invitaba a un encuentro el día 23 de este mes con un tal Leonardo Padura. ¡Quién pudiera estar!
En mi ciudad el libro ha muerto, vergüenza para el responsable de hacerlo vivir. La feria ha muerto y el mundo editorial no motiva a ningún autor y te aseguro que a muchos ni les interesa lo que pudieran ganar, tan solo ver su obra en tinta.
En mi ciudad muy pocos leen –¡qué van a leer!— los autores son los mismos y el presupuesto se destina a reproducir por enésima vez los textos políticos de antaño.
Si cayeras hoy mismo del espacio en una librería de la Habana pensarías que ya los españoles no escriben, que los franceses abandonaron las letras y que los americanos pasaron solamente a la versión digital. Para colmo de males lo mismo pasa con los rusos, los africanos y hasta los chinos: Nada.
Yo no entiendo qué tipo de materia gris puede tener alguien que deje morir la cultura del libro, a la historia, al tiempo o a una fabulación. Yo no entiendo qué edicto gubernamental, qué panfleto elitista puede ser más importante que la Ilíada. ¿Alguien la ha visto a la venta? O Dostoievski o Michel Ende o Julio Verne. Yo no entiendo cómo no se aburren en los estantes nombres como Hemingway, Borges, Carlos Ruiz Zafón, Almudena Grande, Murakami, o Milan Kundera. Yo creo que yo muero delante de un texto Cortázar si me lo tratan de quitar de un estante para colocar una República Mediatizada o algún Comunismo Científico que solo a un historiador le puede interesar.
No sé si queda intención de hacer revivir la cultura del libro, si pudieran reducir a pulpa todos esos textos que nadie lee en esa misma librería a la que la profe entró para hacer una decente edición de algún autor contemporáneo danés o australiano o caribeño que me cuente sobre los fiordos del ártico qué sé yo, sobre Jerusalem o sobre las contiendas de Ataturk.
Europa lee todavía, saben. Turquía lee. Norteamérica, México, Islandia en donde un libro te cuesta 25 euros y así y todo la gente entra…
La feria del libro hoy no es otra cosa que el reciclaje de los libros de los últimos años tirados en un almacén y vueltos a sacar mientras en las pocas editoriales que van quedando el escaso presupuesto se va una vez más hacia textos de corte político-panfletero esperando a ver si con ellos convencen a alguien mientras el acervo cultural de la nación sufre a la espera de Pamuk, de Gurnah, de Handke, de Munro, de Le Clezio, de Doris Lessing, o de cualquiera de los últimos premios internacionales incluyendo al mismísimo Vargas Llosa o a Perez Reverte.
Tiene que aparecer un compromiso editorial en este país con la milenaria deuda de autores que tenemos. La educación la visión estética, la crítica, el entendimiento de las culturas es primordial para lograr alcanzar seres de bien, seres de conocimiento, personas capaces de analizar y pensar por sí mismos…(bueno, si esa es la idea).
En mi ciudad, la ciudad capital, no existen librerías, ya no quedan. LLévenme a una, yo las conozco todas, yo las he sufrido todas, yo me crie con ellas. Hay una en Obispo y ya no sé en donde hay otra que sirva. Y en la de Obispo el último libro de Norteamérica que vi fue uno de Henry James, autor que muere en 1916!! Y de Europa desde el boom de Saramago no he visto nada de interés. El libro en el mundo está muy lejos de morir y nuestros autores y textos quedan rezagados al no topar con lo que se hace hoy en materia literaria. Y seguirá la brecha, mientras no cambie la intención.