Por Rafael Muñoz
Berlín.- Al amanecer lo encontramos tirado al borde del camino, algunos de sus restos esparcidos sobre el pavimento. A nadie parecía importarle su ausencia. Sencillamente daban un rodeo para evitar mancharse los zapatos con el líquido acuoso, oscuro que salía de su cuerpo.
Los más retorcidos, entre los que me incluyo, se detenían con la macabra intención de tomar una foto para sus redes sociales. La escena era grotesca, pero a la vez fascinante.
Saciadas las sombras en mi interior, apagué la cámara y miré por un momento la escena con malévola satisfacción antes de echar a andar. La nieve crujía nuevamente suave bajo mis botas, pero no sería por mucho tiempo. El noticiero había dicho que las temperaturas se hundirían nuevamente la próxima semana.
Por instinto volteé la cabeza para evitar una ráfaga de aire frío bajo mi gorro y entonces escuché el susurro en el aire “… esta historia recién comienza…”
Este es el inicio de mi próxima novela **La Caída del Hombre de Nieve** que alguna vez veré publicada y la que con mucha mucha suerte venderé los derechos para una serie en Amazon Prime, HBO o Netflix.