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Por Jorge Menéndez ()
Cabrils.- De la Casa Blanca despidieron a Zelenski por pedigüeño, por mantenido y por aburrir al público. Denme dinero, dijo, que quiero ser de la OTAN y de la UE, y eso ya aburre en algunos lugares.
El presidente ucraniano, Vladímir Zelenski, pasó con esa obra en su día por todos los parlamentos europeos, se paseó por Argentina, Israel y por Estados Unidos con su bufón Joe Biden y no cambió ni el guion.
Este viernes, el mandatario ucraniano anunció que, a través de Emmanuel Macron, pidió que Trump lo recibiera está semana, dijo que estaba loco por ir a verlo para firmar el tratado de tierras rara, una propuesta en su día del estadounidense y que después no aceptó, pero cuando el magnate estadounidense se negó a enviar soldados a Ucrania, volvió a aceptar.
Su cálculo era exquisito: si Trump no me da soldados, invito a las empresas americanas como carne de cañón a invertir, y si Rusia hace algo, también involucró a Estados Unidos.
Ahora debe de estar de regreso al circo con el rabo entre las piernas, arrepentido de su insistencia, aunque con él es difícil saber dónde tiene el umbral del ridículo.
Con Trump las cosas funcionan de otra forma, su prioridad es la paz y se lo hizo saber de primera mano. Le dijo a la cara que está matando a su propia gente y lo exhortó a que declare un alto al fuego, porque en caso contrario se quedará sin armamento.
Le dijo, además, que si no lo hacía es porque no está preparado para la paz.
Al final, no firmó absolutamente nada e hizo el papelón de su vida. Pensó que con más de lo mismo continuaría su retórica y eso, amigo mío, terminó.
Veremos sus posibles siguientes pasos: Zelenski tiene ahora un gran problema de credibilidad y respeto. Quiso ser el presidente mantenido que desafió a Rusia y la derrotó. Quiso ser el presidente que le puso condiciones a Rusia y que hizo ver que Europa entera le veneraba, pero se olvidó de cambiar el guion y aburrió a Trump y a Vance, y hasta a los periodistas presentes en La Casa Blanca. Hasta su embajadora lloraba ante el fracaso.
Ahora viene lo bueno: saber de qué lado se situará Europa. ¿Estará Europa dispuesta a sacrificar sus relaciones con Estados Unidos por una Ucrania que nadie conocía antes de la apuesta anglosajona por la guerra?
Zelenski tuvo muchísimas oportunidades de parar la guerra. En Minsk, en Estambul… pero se dedicó a provocar y resulta que el coro de aplausos europeos ya no lo escucha y veremos de qué lado se sitúa.
Fue una locura, en su momento, desintegrar la economía ucraniana de la de Rusia, porque el 75% de sus exportaciones iban al país vecino, y el gas y el petróleo Moscú se lo vendía a mitad de precio y obtenían pingües beneficios por el tránsito de ambos combustibles a Europa.
Prohibió el tráfico aéreo y de trenes desde Rusia, prohibió la iglesia ortodoxa, la enseñanza en ruso, puso visados a los rusos, dejando a miles de familias separadas. Lo que Zelenski ha hecho no tiene análogos en la historia entre estos dos países y tendrán que pasar muchísimos años para recuperar las relaciones.
Si Ucrania quería ser de La UE bien pudo haberlo hecho sin provocar, con tranquilidad, pero contó con el apoyo de las tribunas europeas guerreristas y perdió el norte. De pronto se creyó Napoleón Bonaparte y ha caído víctima de sus propias creencias, y merecido lo tiene.
Tras lo visto en las últimas horas, hay dos cosas indiscutibles: Putin sabía perfectamente que Biden estaba liquidado y que era cuestión de tiempo el hartazgo por la guerra y el despilfarro del dinero de los contribuyentes: Su carta maestra era el tiempo y la fortaleza de su maquinaria militar, que a nadie pidió ni medios ni dinero.
Zelenski está amortizado para Estados Unidos y muy pronto lo estará para Europa, aunque traten de taparlo.