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Por Anette Espinosa ()
La Habana.- Es injusto protestar por lo de Etecsa. Hay que tener poca materia gris para armar algarabía por unos megas más, o menos. Hay que ponerse en el lugar de la presidenta de Etecsa, que es como ponerse en la piel del primer ministro, o la del presidente, para entender que cuando se toman esas medidas es porque no hay dinero, y no queda más remedio que meter un tarifazo.
No hay derecho -y nunca mejor dicho- a quejarse. Aunque la penetración haya sido en seco, sin vaselina y… sin avisar.
No importa que los habitantes de Cauto Cristo, Los Palacios, Calimete, Quemado de Güines o Imías hayan pasado más de 20 horas sin corriente. Y que, con ese apagón, se echen a perder los escasos alimentos que se pueden conseguir.
No se vale, incluso, ni decir que no es justo que en algunos lugares corten el fluido eléctrico solo cuatro horas, bien calendariadas, como pasa en La Habana, y en otros sitios lo manejen a discreción. Algo así como que la ponemos cuando nos dé la gana, y la quitamos igual. Tampoco es justo protestar por eso.
Si no hay comida, nada de protestas. Hay que aguantar. Inventarse una dieta a base de infusiones de hojas de guayaba, las mismas que tomaba cuando niño para que el estómago se tonificara y se me quitaran las diarreas.
No se puede cuestionar, incluso, porqué no hay alimentos. Ni preguntarse los motivos por los cuales se dedican cientos de millones de dólares cada año a construir hoteles, a la buena vida de algunos, y no hay plata para las escuelas, para los hospitales, para medicamentos, para la atención a esa parte de la población a la que llaman ‘vulnerables’, un eufemismo total, porque no son ‘vulnerables’, sino pobres, que están jodidos, porque no tienen a nadie fuera que los ayude.
¿A quién se le puede reclamar porque los campos están llenos de marabú, en lugar de sembrados de yuca, frijoles o calabaza? ¿Hay algún lugar al que se pueda ir, lícitamente, y decir que no entiendes por qué no hay gas, o queroseno, para la cocción de los alimentos?
¿Cuál es el sitio al que puede acudir una madre para reclamar porque no tiene desayuno para su hijo? ¿O porque no hay maestro en la escuela? ¿Incluso, por qué no hay una medicina necesaria para un tratamiento?
Tampoco pueden los ancianos reclamarle a nadie porque no les alcanza la jubilación. Me refiero a esos viejitos que no pertenecen a la cúpula, esos a los cuales la jubilación no les alcanza ni para el tratamiento contra la hipertensión. ¿Alguien piensa en ellos?
No piensan en ellos. Por eso los obligan a tener tarjetas de banco, para usar cajeros, en un país en el que los cajeros son tan escasos que las personas hacen colas de un día para otro para sacar un poco de dinero. Todo eso sin contar que cuando vas a ‘meter’ tu tarjeta, se puede ir la corriente.
¿Hay algún lugar en todo el país donde se pueda ir e interponer una denuncia por algo de esto, o por maltrato policial? ¿Algún juez aceptaría una denuncia porque se ha violado la Constitución? ¿O algún fiscal investiga, por inspiración propia, a un dirigente por corrupción?
Imposible. Los corruptos solo los enjuician cuando quieren los que gobiernan. Mientras, campean por su respeto.
Por eso hay que ser empáticos con los estudiantes, porque pudieron aceptar las migajas de los 12 megas y tranquilos a casa. Pero no hablaron por ellos, lo hicieron por el país. Por el anciano pobre, la madre sin pan para sus hijos, el enfermo sin medicamentos. Y hasta por ti, que hasta te atreves a cuestionarlos.
No los cuestiones entonces: apoya. Y si no tienes valor para apoyarlos, al menos cállate. Porque hacerle el juego a la dictadura en estos tiempos, es de las actitudes más serviles que han asumido los cubanos a lo largo de la historia.
A mí se me asemeja al papel de los coluntarios cuando éramos colonia de España.