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Por Oliet Rodríguez ()

Dijo el primer ministro cubano con palabras textuales: «Solo se puede lograr un mecanismo interministerial con enfoque de ‘Una sola salud’, cuando se logra la unidad entre todos los actores». Eentonces, como siempre, nadie entendió nada, pero de todas formas aplaudieron como si Marrero los hubiera invitado a almorzar en el Hotel Nacional, cosa que hace con frecuencia (almorzar allí, no invitar) y gratis porque el hotel es de él, ¿o no?.

Lo cierto resulta que también hubieran aplaudido si les hubiese contado el cuento de la Buena Pipa, les hubiera hecho unos malabares con peloticas de goma o les hubiese dicho que los iba a mandar a la tribuna del primero de mayo.

Así, todos paraditos bajo el sol y sin tomar agua desde las 9 de la mañana hasta las 2 de la tarde.

Sin embargo, resulta que el ministro, no satisfecho con los aplausos y el éxito de su verborrea cantinflesca, decidió llevar el circo al siguiente nivel, y entonces intentó ser un poco más explícito y soltó una de las suyas.

“Creo que esta combinación de especialistas en veterinaria y de médicos que se han hecho especialistas en sanidad animal tiene que arrojar grandes frutos, puesto que tenemos que llevar la medicina, con relación a la producción animal, prácticamente como llevamos la medicina en el campo humano, no solo porque es lo más eficiente, sino también porque en gran parte la salud humana depende de su alimentación, y depende, por tanto, de la salud animal, son dos cosas muy relacionadas», comentó.

Como animales

Dicho esto la gente del congreso, loca por salir a merendar, aplaudió a rabiar, todavía sin entender que aquel gordiflón con cara de payaso había dejado bien claro todo, excepto si iba a tratar a los animales como mismo trata a los humanos, o al revés, que no es lo mismo, pero es igual.

Esto, traducido al cubano quiere decir que como en Cuba ya no hay médicos, se aplicará una sola salud para que las operaciones de apendicitis, transplantes de riñón y otras sean realizadas por veterinarios.

Por supuesto, eso no incluye a Marrero y a los otros malabaristas con sobrepeso, ellos tendrían sus correspondientes liposucciones en clínicas europeas o mexicanas, pagadas al cash y en dólares.

Para el ciudadano de a pie hay otras reglas. De hecho, como ya el gobierno los trata como perros, no debe sorprender que los quiera curar como tales.

¿Somos o no somos?, preguntaría un borracho. Yo respondo que no, perra serán las tetas del primer ministro, que ni debajo del traje las puede esconder. Pero me temo, sin embargo, que como buen gordo de barriga indecente y tetas de mujer, todo irá a peor, no habrá más dólares y no tendrá otra opción que mandar en un par de años a los veterinarios a misiones internacionalistas en Brasil o Siberia, cuando necesiten curar a las vacas o a los osos, respectivamente.

El cheque y el futuro

Entonces, allá irán los veterinarios cubanos desinteresados, a cambio de un cheque cuyo 70 por ciento del valor aterrizará directa o indirectamente en el vientre adiposo de los miembros del Consejo de Estado y de Ministros.

En ese momento ya tendrán planificado que exista el enfoque ministerial que haya logrado la unidad entre todos los actores, así que los buenos tiempos en que a los cubanos los curaban veterinarios terminarían y pasarían automáticamente a ser tratados como plantas, es decir, vivirán en los potreros donde sólo necesiten para crecer el agua de la lluvia, el sol y un pedacito de tierra que el esbirro jefe de surco dosificará poco a poco con una guataca.

Por suerte a la gente con grasa en exceso las cosas le salen siempre al revés, porque a pesar de lo cerca que estamos de esa distopía, el cubano, más temprano que tarde, se quitará de encima a todos los barrigones sin vergüenza que los mal gobierna y a toda la pandilla de chupadores de hojas de moringa, que por una merienda son capaces de aplaudir hasta el anuncio de su propio suicidio.

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