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Por Datos Históricos
La Habana.- Lo que hoy nos parece una simple fotografía antigua encierra una de las historias más trágicas del siglo XIX europeo. La imagen muestra a Emil y Mary Keller con su hija Annie de apenas 9 meses, retratados en uno de los géneros más inquietantes de la fotografía victoriana: el post mortem.
Los Keller, originarios de Zúrich, parecían encarnar la tranquilidad de una familia de clase media. Se casaron en 1890, pero pronto la desgracia los golpeó: su primer hijo murió a los 13 días de nacido. Mary, destrozada, cayó en una profunda depresión que nunca terminó de abandonarla. Cuando nació Annie, en lugar de alegría, la joven madre se hundió aún más, víctima de una psicosis posparto, un trastorno tan grave como incomprendido en aquella época.
La enfermedad la hacía perder el contacto con la realidad, escuchar voces y sufrir delirios. Los médicos la internaron varias veces, pero siempre le dieron de alta demasiado pronto. Su esposo Emil, descrito como un hombre dedicado y cariñoso, trataba de sostener el hogar mientras veía cómo la mente de su mujer se desmoronaba.
La noche del 25 de enero de 1894, la tragedia llegó a su punto final. Un vecino oyó disparos: Emil yacía muerto en la cocina, Mary se había disparado en la sien y Annie, con apenas unos meses de vida, sufría una herida de bala en el pecho y su ropa en llamas. Los intentos por salvarlas fueron inútiles. Madre e hija murieron horas después.
Los tres fueron enterrados juntos en un ataúd hecho especialmente para ellos. En la fotografía, Mary aparece con la cabeza apoyada en el hombro de Emil, ocultando la herida que le quitó la vida. Annie descansa en medio, como si durmiera. Pero lo que en apariencia es calma, en realidad es el rastro de un infierno doméstico que ni la ciencia ni la sociedad de la época supieron comprender.
Más de 5.000 personas asistieron al funeral, impactadas por la brutalidad de la tragedia. Y el médico que había atendido a Mary confesó después que nunca debió haber sido dada de alta tan pronto.
La fotografía, entonces, no es solo un recuerdo. Es un testimonio doloroso de una época en la que la salud mental era un terreno inexplorado, y donde una enfermedad incomprendida pudo destruir a una familia entera.