
UN BARCO SIN CAPITÁN, SE HUNDE
Por Jorge Menéndez ()
Cabrils.- Cuando un barco navega lo hace bajo las órdenes e indicaciones de su capitán, quien es la persona responsable del resto de la tripulación y que debe darle solución a cada una de las interrogantes y problemas que puedan surgir durante la travesía.
Cuba es hoy un barco haciendo aguas por toda su línea de flotación, en pleno hundimiento y con un capitán que no sabe cómo actuar. El impuesto presidente, Miguel Díaz-Canel, se pasa el día por todas y cada una de la provincias, saludando y soltando declaraciones tipo «Venceremos todos los obstáculos», «Saldremos de esta», «Hay que ser creativos» y mientras, gasta gasolina que no hay.
Cuba cada vez está más hundida en el medio del océano.
El capitán -llamémosle así- se ha pasado todo su mandato prometiendo, diciendo que Cuba estaba en mejores condiciones para aguantar lo que se nos venía encima, y resulta que vamos hacia el fondo.
Dicen que después de la primera mentira, todo son dudas. Quizás con mirar a la realidad y lo que nos venden, todo está dicho.
Cuba sigue enviando médicos a México, cuando no alcanzan ya en el país. Ahora enviamos asesores hidráulicos a Antigua y Barbudas, curiosamente cuando no hay luz y los hospitales tienen sus plantas sin combustible y las de los hoteles funcionan a toda máquina.
Ensamblan tractores bielorrusos para venderlos en dólares a un campesinado que no tiene ni donde caerse muerto, y a unos precios que con uno que vendan pueden comprar cinco o seis en cualquier otro sitio de este mundo.
Se vanaglorian de una mipyme que produce pastas, y leyendo el artículo, resulta que, a pesar de ser un producto nacional, se vende en las tiendas en MLC del gobierno.
Esa es la realidad virtual de nuestro país, en la que nos tienen sumergidos, hablándonos de que nadie va a quedar desamparado, cuando la realidad es que ya todos lo están. O casi todos, para no ser absolutos.
Muchos se preguntan por qué el gobierno cubano no adopta el modelo chino, o el vietnamita, o quizás el ruso.
No nos engañemos, la mafia cubana tiene para Cuba su propio modelo, copiado del latifundio del padre de Fidel Castro. En este caso, los bonos son dólares que provienen de las remesas y que fomentan, dándole alas a la emigración de cara al futuro.
Otra pata de la mesa es el turismo, que tampoco es para el pueblo cubano.
La tercera pata la ponen los médicos cubanos esclavos, que, con tal de salir del latifundio, lo hacen por tres duros.
La última de las patas está en la intención constante de sacarle al pueblo, con las necesidades que tiene, hasta su última peseta.
A pesar de todo este diabólico sistema sin futuro, la recaudación de los mafiosos canelistas, sólo en tabaco, por ejemplo, ya son más de 700 millones de dólares, así que podemos imaginar el resto, aunque no se divulgue lo de los médicos, el turismo y remesas.
Hace unos días se publicó que el gobierno de España considera incobrable la deuda de dos mil millones de dólares que Cuba tiene con el país ibérico, y todo esto a pesar de tres renegociaciones con quitas sucesivas.
Ya he escrito bastante sobre los viajes de Ricardo Cabrisas al Club de París, que de 11 mil 500 millones de deuda, la bajó ocho mil 500 millones y ni aun así Cuba paga.
Recientemente una corte inglesa falló a favor del fondo que le compró a un banco chino en su día la deuda cubana de 76 millones de dólares, reconociéndolo como legítimo acreedor, pero tampoco quiere pagar, aunque dijo, sabedor de lo que se viene, que está dispuesto a negociar.
Ante este panorama, Cuba dice que honra sus deudas, pero Brasil da por incobrables los 850 millones del Mariel, y Argentina espera el pago de otros tres mil que le debe desde hace más de 40 años, por aquello de los Ford Falcon y los Chevys de nuestra niñez.
El barco no tiene esperanzas con Díaz-Canel. Eso es una realidad, y veremos cuantos se salvan por sus propias fuerzas.
Ni los huracanes, ni los terremotos le han hecho tanto daño al barco como su capitán y sus secuaces.