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Por Eduardo Díaz Delgado ()
La Habana.- Trump llegó como un huracán, y en su primer día de gobierno lanzó un aluvión de órdenes ejecutivas. Cada una parece diseñada para sacudir cimientos, romper moldes y, para bien o para mal, marcar una nueva dirección. Aquí va un repaso crítico:
1. Salida de EE.UU. de la OMS:
La OMS ha demostrado que las grandes instituciones muchas veces fallan en sus objetivos. La pandemia fue su examen, y no pasó con honores. ¿Es prudente la salida? Eso dependerá de lo que Trump plantee como alternativa, pero dejar un barco que hace agua tiene algo de sentido.
2. Reconocimiento de solo dos géneros:
Dejar que las personas definan su identidad como prefieran, pero también que los demás decidan cómo lidiar con ello, parece un punto medio razonable.
3. Revocación de la ciudadanía por nacimiento para hijos de inmigrantes ilegales:
Esto pone fin al «turismo de maternidad», una práctica que usa recursos de los contribuyentes para beneficio de quienes llegan sin cumplir las reglas. Una decisión dura, pero con lógica económica.
4. Suspensión de ayudas extranjeras por 90 días:
Esto detiene, entre otras cosas, el financiamiento de guerras que solo sirven a las élites. Curiosamente, quienes critican el imperialismo estadounidense deberían aplaudir esta medida.
5. Salida del Acuerdo Climático de París:
El cambio climático se ha convertido en una herramienta geopolítica más que en un objetivo real de cuidado ambiental. Grandes avances en algunos sectores se ven opacados por el desinterés en otros problemas evidentes. Trump, al menos, no finge.
6. Emergencia en la frontera con México y uso de tropas:
Problema real, soluciones reales. Otros países enfrentan crisis migratorias similares y miran hacia otro lado por intereses partidistas.
7. Renombrar el Golfo de México como el Golfo de América:
Un cambio simbólico que importa poco en la práctica.
8. Cuba como estado patrocinador del terrorismo:
Cuba ha exportado represión, paramilitares y terror estatal por décadas. Biden la sacó de esa lista como premio por flexibilizaciones insignificantes. Trump corrige el error.
9. Deportaciones más amplias:
Permitir que un delincuente extranjero eche raíces en un país es absurdo. Deportarlos es sentido común.
10. Vuelta de trabajadores federales a la oficina:
El teletrabajo ha ralentizado trámites esenciales. Una medida que apunta a reactivar la eficiencia.
11. Indultos por el asalto al Capitolio:
Decisión partidista que erosiona los valores democráticos.
12. Control del Canal de Panamá:
China tiene demasiado control. Trump, con astucia política, busca empujar a Panamá a recuperar lo suyo.
¿Héroe o villano?
Trump es, ante todo, un presidente para los estadounidenses. Nos guste o no, muchas de sus acciones no nos afectan directamente. Pero las que sí, como las relacionadas con Cuba, exigen reflexión.
Cuba, con un gobierno que ha exportado paramilitares, desestabilizado regiones y practicado el terror de Estado, merece estar en esa lista negra. Sin embargo, el impacto de estas sanciones recae sobre los cubanos de a pie, no por las sanciones en sí, sino por un sistema que ata al ciudadano al Estado. Si el cubano tuviera libertad económica, estas sanciones serían casi irrelevantes.
Aquí está el verdadero problema: un sistema que destruyó la autoestima y la autosuficiencia del pueblo, convirtiéndolo en un país dependiente de remesas y ayudas externas. La mentalidad de esperar que otros resuelvan nuestros problemas, la vieja filosofía de Fidel Castro, se ha perpetuado con Díaz-Canel, dejando a Cuba en un ciclo de dependencia eterna.
El verdadero cambio no llegará de Trump ni de ningún otro líder extranjero. Depende de nosotros sacudirnos este lastre y construir un futuro propio. La solución no vendrá de afuera; tiene que nacer de dentro. Y aunque muchos ya empiezan a verlo, aún queda mucho camino por recorrer para romper con esta visión de dependencia. ¿Esperar salvadores? No. Es hora de que seamos los protagonistas de nuestra propia historia.