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‘TOTALMENTE PAGADO CON UN VASO DE LECHE’

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Mónica Gutiérrez (Escritores del Mundo)

Howard Kelly, un adolescente huérfano, era muy pobre. Para ganarse la vida y pagar sus estudios, vendía diversos artículos pequeños de puerta en puerta.

Un día, no le quedaba ni un centavo en el bolsillo.

Muerto de hambre, decidió acercarse a la casa más cercana y pedir algo de comida. Sentía mucha vergüenza, pero al llegar al hogar lo invadió un sentimiento de resolución: le ayudaran o no, ya vería lo que ocurriría.

Con determinación, extendió la mano hacia el timbre y lo pulsó varias veces. Pero cuando una joven muy hermosa abrió la puerta, Howard se sintió de repente perdido.

Toda su reciente confianza se desvaneció. Simplemente le daba vergüenza pedirle comida. Así que, tartamudeando por los nervios, dijo:

– ¿Podría… pedirme un… vaso de agua?

La joven entendió que el muchacho tenía hambre y le trajo un gran vaso de leche. Howard lo bebió lentamente y preguntó:

– ¿Cuánto le debo?

– No me debe nada, – respondió ella.

– Mi madre me enseñó a no aceptar nada por hacer una buena acción.

– En ese caso, le agradezco de corazón – respondió él.

Cuando Howard Kelly salió de su casa, se sentía no solo más fuerte físicamente, sino moralmente.

Ahora estaba seguro de que mientras existieran personas tan generosas y bondadosas en el mundo, todo estaría bien.

Pasaron muchos años. Y un día, una joven de aquella ciudad enfermó gravemente.

Los médicos locales no sabían qué hacer. Finalmente decidieron enviarla a la gran ciudad para que fuera examinada por especialistas experimentados.

Entre los médicos llamados a la consulta se encontraba el doctor Howard Kelly.

Cuando escuchó el nombre del pueblo del que venía la mujer, su rostro cobró vida.

Se levantó de inmediato y fue a su habitación. La mujer, cansada del viaje, estaba dormida.

El médico entró en la habitación en silencio y la reconoció de inmediato. Sí, era ella – la misma joven que una vez le ofreció un vaso de leche.

Después de revisar la historia de su enfermedad y los resultados de los análisis, el rostro del médico se oscureció:

«¡Está condenada!»

El doctor regresó a su oficina y se sentó en silencio por un tiempo, reflexionando.

Pensaba en esa mujer, en su impotencia para ayudarla, en la injusticia del destino. Pero cuanto más pensaba, más firme se volvía su mirada. Finalmente, saltó de su asiento y dijo:

«No, haré todo lo posible e imposible para salvarla!».

Desde ese día, el doctor Howard Kelly prestó especial atención a la paciente enferma. Y después de casi ocho meses de lucha larga y ardua, el doctor Kelly venció a la terrible enfermedad. La vida de la joven ahora ya no corría peligro.

El doctor Kelly pidió al departamento de contabilidad del hospital que le preparara la factura por el tratamiento. Cuando le trajeron la factura, la cantidad que la mujer debía para su cura era enorme.

Y no era de extrañar – prácticamente la habían rescatado de las puertas de la muerte.

El doctor Kelly miró la factura, tomó un bolígrafo, escribió algo en la parte inferior de la factura y pidió que la llevaran a su habitación.

Cuando la mujer recibió la factura, temía abrirla. Estaba convencida de que tendría que trabajar incansablemente durante el resto de su vida para pagarla.

Finalmente, superando sus temores, abrió la factura. Y lo primero que captó su atención fue una nota escrita a mano, ubicada justo debajo de la línea «Pagar».

La nota decía:

“Totalmente pagado con un vaso de leche. Doctor Howard Kelly”.

Las lágrimas de alegría llenaron sus ojos y su corazón se llenó completamente de calidez y gratitud.

El doctor Kelly (Howard Kelly, 1858 – 1943) no era un personaje ficticio, sino un terapeuta famoso, uno de los fundadores de la primera Universidad de Investigación Médica de los Estados Unidos, la Universidad Johns Hopkins.

La historia sobre él y el vaso de leche que le ofrecieron también es verídica y fue documentada por su biógrafo.

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