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Por Alina Bárbara López Hernández ()
Matanzas.- Hace 128 años murió en combate Antonio Maceo Grajales. Tenía los grados de mayor general, era asimismo el lugarteniente general del Ejército Libertador y un hombre que luchó en todas las contiendas por la independencia de Cuba. Fue también un político y, según José Martí, «tenía tanta fuerza en la mente como en el brazo».
En Cuba se celebra siempre esta fecha con actos políticos en El Cacahual, lugar donde está enterrado el gran patriota. Hay academias militares que llevan su nombre. Se le rinden honores como parte de la gran farsa simbólica en que han convertido la historia patria con el fin de que sea «el sostén ideológico» de un sistema político que no tiene nada que ver con los próceres que aportaron a nuestra independencia. De un sistema político en el cual las ideas de estos próceres son perseguidas por considerar que subvierten el orden férreamente establecido del Estado contra nosotros, el pueblo, o la ciudadanía.
Por eso mismo a los presos políticos cubanos no les permiten recibir obras de José Martí en las cárceles. Y por similar motivo la fiscal Guadalupe Borrego propuso, y fue aceptado por la jueza que me condenó por el delito de desobediencia el pasado año, que el cartel con que me detuvieron el 18 de junio de 2023 fuera «destruido» por considerarlo «propaganda ilegal contra el orden constitucional».
Era otra muerte de Maceo. ¿Qué decía el cartel? Nada más y nada menos que esta peligrosa frase suya: «mendigar derechos es cosa de cobardes».
Una máxima que debería ser incorporada a nuestra conducta cotidiana. Cuando lo logremos, habremos hallado el modo de revivir el aliento de una nación digna.