TODAS LAS DICTADURAS CAEN, DEPENDE DE LOS PUEBLOS ADELANTAR SU COLAPSO

La Habana.- Hace años le escuché reflexionar a uno de los grandes intelectuales de Hispanoamérica sobre la recurrente popularidad de algunos dictadores, y sobre las causas de ello.

Porque ningún dictador es gobernante, es líder, por cuanto le roba al ser humano lo vital de su existencia, que es la Libertad, entre otros muchos derechos, sometiéndolo, envileciéndolo, haciéndolo esclavo, pero grotescamente, de modo casi absurdo, algunos llegan a ser ‘populares’, a contar con el apoyo de esos que viven el castigo de su poder totalitario.

Entonces, entre las explicaciones, entre las hipótesis, estaba la naturaleza humana misma: la propensión de las masas a buscar un líder, a seguir a un caudillo, a idolatrar al fuerte. Es un atavismo, una costumbre ancestral, que los pueblos procuran a alguien que los guíe, que piense el poder por ellos, y que le den la autoridad, dejándosela luego aún y cuando descubran que ese ‘guía’ les oprime…

No puedo compartir totalmente ese juicio. Creo, eso sí, que la masa es de modo frecuente acrítica, que tiende a dejarse seducir por las pasiones, pero que puede defender su libertad, y de hecho la procura, cuando descubre la verdad.

Por eso, las dictaduras secuestran de inmediato esa verdad cuando llegan al poder, y por eso reafirman el control de las mentes con la violencia física ejecutada a través de la represión.

Pero ningún ser humano puede amar la esclavitud, puede disfrutarla, porque la libertad es parte de la cosmovisión humana, de su esencia.

Por eso, así como luego de más de medio siglo cayó ahora la dinastía Al-Assad en Siria, y ayer cayeron casi todas las dictaduras militares en Latinoamérica, incluyendo la del sangriento Trujillo en Dominicana, caerá mañana el castrismo, con su amplia historia de dolor, exilios, muertes…

Pero apurar ese momento, depende de los pueblos; de cada uno de nosotros…