SI NO CUENTAN LOS HUMILDES, NO HAY LIBERTAD
Por Arnoldo Fernández ()
(Tributo a José Martí en el aniversario 172 de su nacimiento)
Contramaestre.- En la década del 40 del siglo XX, Martí estaba en el centro del debate intelectual y popular, los partidos políticos se disputaban su legado, cada uno lo quería suyo para sus fines propagandísticos.
El pueblo tenía a Martí en lo más alto del panteón patrio, había mucho fervor en la escuela pública, devoción infinita en los maestros, responsables de enseñarlo en toda su dimensión libertaria.
«De Martí se ha de hablar ya con sencillez y con utilidad», escribía Jorge Mañach el 28 de enero de 1941. Los maestros hacían eso, por convicción, por energía patria, por fe infinita en Martí. La mayoría tenía muy claro que era el momento de enseñar el camino a la libertad.
En mayo de 1943, Mañach dijo: «Raíz, ala Alguna vez, hace ya años, apunté que estas eran las palabras favoritas de Martí, y no potro, como dijo alguien, ni la rosa que señaló Rubén Darío.»
Los maestros promovían en sus pupilos esas dos dimensiones de la vida cultural: «ala y raíz». Sin ellas no había arraigo por lo nuestro, por las esencias patrias, no había crecimiento profesional, y mucho menos libertad como realización del espíritu.
Mañach tenía muy claro que la propaganda política vaciaba el contenido de la obra de Martí y la convertía en palabra muerta, por eso advierte: «Tenía, efectivamente el ansia platónica de escapar de un mundo áspero que acecha, con uña y garfio, todo lo que nace con ala.»
Nacer con ala y raíz donde gobierna el potro, es uno de los dilemas que aparece desarrollado a lo largo de su extensa escritura. El potro es el caudillo populista que se monta sobre la espalda del pueblo y corta la raíz y el ala que puede crecer en él. Un pueblo sin ala y raíz está muerto, vacío.
Las raíces son los niños y los humildes, según Mañach, son el subsuelo imprescindible, por eso cuando llamaron «locura» a su revolución del 95 escribió: «…yo con lo que cuento es con el subsuelo.»
De aquella América que vio Martí y advirtió, es una asignatura pendiente la binariedad: caudillo-libertad. Un caudillo cortará la raíz, el ala, porque es la única manera de ejercer control absoluto sobre los que gobierna. No hay libertad donde existe una verdad. Si la Patria es fusión dulcísima de amores y esperanzas, el “subsuelo” cuenta más que cualquier otra cosa, sin el subsuelo no hay libertad como realización de todos.
Foto: El autor con hermanos de la logia Sueños de Martí, durante una tenida en blanco.