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Si Estados Unidos fuera Israel, Cuba ya sería libre

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Por Albert Fonse ()

Cuando Israel identifica una amenaza, no duda. No espera a que la ONU lo apruebe, no pide permiso a nadie. Actúa. Si alguien le lanza una piedra, responde con un misil. Si un grupo extranjero se atreve a poner en peligro la seguridad de sus ciudadanos, lo elimina donde esté. Le basta con saber que es un enemigo para tratarlo como tal. Sin excusas, sin diplomacia hipócrita, sin medias tintas.

Estados Unidos, en cambio, tiene a 90 millas una dictadura militar que ha colaborado con todos sus enemigos estratégicos: la Unión Soviética, Rusia, China, Irán, Venezuela. Una dictadura que ha sembrado guerrillas, que ha exportado propaganda, que ha infiltrado universidades, medios, iglesias y gobiernos extranjeros. Una tiranía que ha usado a su propio pueblo como escudo, que ha sostenido su poder con represión, hambre y chantaje migratorio. Pero en lugar de tratarla como enemigo, la ha tolerado. La ha alimentado con remesas, con negocios de agencias, con viajes, con silencio calculado.

Muchos pensábamos que esta vez iba a ser diferente. Que con Trump de vuelta y Marco Rubio como Secretario de Estado los planetas se habían alineado para ponerle fin al problema cubano de una vez. Pero lo que va de administración y lo que se vislumbra solo apunta a ser el mayor fiasco político en décadas respecto a Cuba.

Es inconcebible tanta ambigüedad . Solo hay que mirar el presente: en la guerra entre Rusia y Ucrania, ahí está la dictadura cubana apoyando con diplomacia y tropas; si miras hacia Irán, más de lo mismo. Mientras el régimen se alinea con los peores enemigos de Occidente, la administración estadounidense guarda silencio o lanza frases vacías. Es una traición al exilio y una muestra de debilidad estratégica imperdonable.

La diferencia entre Israel y Estados Unidos

Israel jamás permitiría que un régimen aliado de Irán montara bases de espionaje en su frontera. Jamás permitiría que se celebraran congresos subversivos en países vecinos, financiados por una dictadura que adoctrina niños y entrena saboteadores.

Estados Unidos, sin embargo, permite que eso ocurra en el mismo hemisferio. Mira hacia otro lado mientras Cuba se convierte en una plataforma de espionaje ruso, en un brazo logístico de la inteligencia china, en un refugio para dictadores, criminales y enemigos de Occidente.

Israel cuida su soberanía con garras. No acepta provocaciones sin respuesta. No tolera que lo insulten en su cara ni que lo rodeen sus enemigos. Estados Unidos, por el contrario, ha preferido convivir con la amenaza cubana. No ha actuado como potencia. Ha dejado que se normalice lo inaceptable. Ha permitido que la dictadura convierta la resistencia interna en cárcel, el exilio en rutina, y la esperanza en cenizas.

El diálogo jamás resolverá el problema Cuba

No se trata de comparar tamaños ni historias. Se trata de carácter. De dignidad nacional. De la voluntad de defender valores sin pedir disculpas. Israel tiene claro que no se negocia con quien quiere destruirte. Estados Unidos sigue intentando dialogar con quienes lo odian, creyendo que la paz se consigue concediendo. Pero lo único que consigue es fortalecer a quienes no lo respetan.

La dictadura cubana no ha sobrevivido por su fuerza, sino por la cobardía y conveniencia de quienes pudieron aplastarla y no lo hicieron. Si Estados Unidos tuviera la claridad de Israel, si respondiera con la misma firmeza con que protege a sus aliados en otras regiones, el castrismo sería historia. Pero ha preferido gestionar el problema, no resolverlo. Ha elegido soportar la infección en vez de extirparla.

Cuba no es libre, no porque sea imposible liberarla, sino porque la potencia que pudo hacerlo decidió no hacerlo. Porque mientras Israel trata a sus enemigos como enemigos, Estados Unidos sigue llamándolos vecinos con los que se puede dialogar.

Ese error histórico, esa falta de decisión, la paga un pueblo que lleva más de seis décadas esperando justicia.

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