Noticias de Cuba

DIVAGACIONES DE MIGRANTE

CUANDO UN GAFE DIRIGE A UN PAÍS…

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Por Jorge Sotero ()
La Habana.- Cuba no es un país normal, porque si lo fuera no saldría Lázaro Manuel Alonso en televisión, cumpliendo orientaciones del departamento ideológico del partido comunista, a pedir un aplauso para aquellos que trabajaron en restablecer el sistema eléctrico nacional.
Si Cuba fuera un país normal, el reconocimiento a esos que trabajan sería el salario. No hay mejor aplauso que ese, que ver caer dinero en la cuenta para hacer con él lo que a uno se le antoje: pasar una semana con los hijos en un hotel, comprar un auto, un electrodoméstico, cambiar el mobiliario, o dárselo a la esposa, o la novia, para que hagan lo que mejor consideren, incluso hasta hacerse los senos o las nalgas.
Cuba no es un país normal, porque en esos lugares, por más que los fenómenos naturales azoten a la población, por lo menos aparecería agua y comida. En los países normales, incluso en aquellos sitios más intrincados y montañosos de las naciones raras de este mundo, siempre hay un mercado donde puedes adquirir agua, pastas, enlatados, esas cosas que te pueden resolver un problema emergente
(Venta de líquidos a más de seis mil metros en el Himalaya)
En un país normal, los gobiernos movilizan a la policía para reprimir -por desgracia eso ocurre en buena parte del mundo- pero las Fuerzas Armadas son puestas en alerta durante las catástrofes naturales, para que ayuden en la evacuación de las personas, en llevarlos a zonas más seguras, y en trasladar, por ejemplo, tiendas de campaña donde poder alojarlos mientras dure la penuria.
En un país normal hay medicamentos. El agua embotellada sobra. Hay hospitales de campaña, aunque sean del Ejército, y los gobernantes, aunque se hayan equivocado a la hora de enfrentar el caos climático, o natural, al principio, luego intentarán por todos los medios enmendarlo, porque saben que si no lo hacen bien, su posición, y la de su partido, corre peligro.
Un gobierno cualquiera, lo primero que hace es permitir toda la ayuda posible, intentar encausarla, y mientras más voluntarios se sumen, mejor. En las manos de más personas queda la colaboración, y será señal de que más rápido se solventará el caos.
En los países normales las personas no viven en paupérrimas casas de madera, con techo de guano y piso de «lo que sea».
En un país normal, el presidente no llega a los sitios en situaciones como las de Guantánamo con las manos vacías, y mucho menos va allí a tapar todo lo que no hicieron las autoridades locales. El presidente llega con la intención de ayudar y de
(Imías, Cuba)
aclarar qué se hizo bien, qué mal, y qué falta por hacer. Incluso, la de encontrar culpables.
¿Para qué quieren los guantanameros de Baracoa, Imías, San Antonio del Sur… que vaya allí el presidente, acompañado de su primer ministro, si saben que no resolverán nada? Si acaso, a los que perdieron el techo, les venderán -como en otras ocasiones- unas planchas de zinc a mitad de precio y nada más.
Pasarán años en volver a tener muebles. A duras penas les llegará un colchón de mala calidad, y no habrá ningún presupuesto especial para paliar las pérdidas, para que vuelvan a tener una vaca, gallinas, equipos electrodomésticos. No está incluido en el presupuesto ese tipo de gastos, y el presidente no lo incluirá, ni tampoco los corderos de la Asamblea Nacional, ese grupo numeroso que solo sabe levantar la mano, aplaudir y hacer apuntes mientras cualquiera habla.
Cuba no es un país normal, porque no tiene un ministerio de Emergencias, por ejemplo. Tiene una defensa civil que se la comió toda en el caso de Guantánamo, porque debió estar más preocupada en tener sus fuerzas listas para reprimir que para salvar vidas.
No es normal una nación que tenga un personaje tan tonto como presidente. Los políticos suelen ser, en todas partes, hijos de puta, pero inteligentes. El de Cuba es solo lo primero. La inteligencia no es una de sus virtudes y los cubanos pagamos las culpas.
Ojalá alguna vez volvamos a ser un país normal. Pero, para eso, hay que sacar a la cada vez más grande partida de ladrones y corruptos que se han robado el alma de la patria y quieren utilizarla para beneficio propio.