Por Rachel Pereda
Miami.- Tendría que inventar nuevas palabras para decir lo que el 2023 ha representado para nosotros. Un año de muchas pruebas, aprendizajes, preocupaciones, lágrimas… Un año que nos ha removido, nos ha enseñado, y nos ha obligado a reconstruirnos de esas pequeñas partes rotas que quedan luego del derrumbe.
Un año para agradecer, a pesar de todo, porque nos ha unido más que nunca y nos ha demostrado que somos capaces de salir adelante, juntos, revueltos, y con mil miedos.
Un año en el que la ansiedad me ha ganado, y me he roto tantas veces que ya perdí la cuenta, pero luego miro a mi alrededor y vuelvo a agradecer, por todo lo que tenemos, porque nos tenemos. Y así me reconstruyo, dejando atrás esa antigua versión para dar paso a mi nueva piel llena de cicatrices, pero también de lunares que cuentan historias y sonrisas.
Este año realmente no tenía ganas de poner el arbolito, y los que me conocen saben que eso es extraño en mí. Pero no podía dejar de alimentar la ilusión en mi época preferida del año, para estos dos traviesos que son también, mis personas preferidas.
Por eso decidí (decidimos) que este arbolito fuera especial. Y lo decoramos con muchas de las cosas que hemos vivido en los últimos tiempos, con las pruebas que hemos superado y los sueños que están por venir.
Si se fijan bien, pueden ver hasta una mochila, un pasaporte, un avión o un mapa, como reflejo de nuestra travesía para llegar acá. También pueden encontrarse biberones, tetes y zapaticos que reflejan la travesía más grande: la de esta bimapaternidad intensa que ha sido prueba y regalo.
Por supuesto, igual puede descubrir una máquina de escribir, una computadora, una cámara, o un Harry escondido entre las hojas, que son prueba de algunas de nuestras pasiones.
Y fotos sueltas, y llaves por todas las puertas que cerramos y las que tuvimos que abrir, y una brújula para no perdernos nunca en estos nuevos caminos, y un boleto de tren directo a Hogwarts, y cartas escondidas a Santa, con un buzón improvisado construido sobre legos, pero que recibe entregas especiales del Polo Norte a través de la magia.
Nuestro arbolito huele a cebolla morada para aliviar la tos, porque terminamos de armarlo con los traviesos enfermitos. Los mocos, la fiebre, los llantos y las madrugadas interminables también forman parte de la decoración, con dos caritas que, aunque se sentían mal, se sorprendían con cada detalle, mientras daban brincos de alegría y fueron colgando bolas de colores a su antojo.
Oficialmente, esta es la esquina preferida de los traviesos ahora, y de vez en cuando se ponen a mover algunos adornos y a jugar con ellos. Porque este es un arbolito interactivo, lleno de cuentos, canciones y sueños pendientes.
Y ahí, en la cima, junto a la estrella de colores que nos ilumina las noches, estamos nosotros, está Traviesilandia y está el amor que nos sostiene y nos da luz… Ese es nuestro mayor milagro y regalo de Navidad.
Post Views: 97