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Por Daniil Berokov()
Moscú.- El secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Serguéi Shoigú, hasta hace poco ministro de Defensa, se reunión en San Petersburgo con el ministro del Interior cubano, el general Lázaro Alberto Álvarez Casas, y los medios de prensa se hicieron eco de las supuestas medidas de Moscú para ayudar a la isla.
Medios de prensa rusos citaron a Shoigú, quien dijo que la ayuda rusa podía facilitar que Cuba superara las graves consecuencias de la crisis o el bloqueo económico de Estados Unidos, pero esa información tiene cosas ocultas.
Shoigú y Álvarez Casas no negociaron créditos para que Cuba pudiera comprar leche en polvo, a pesar de que desde hace muchos meses los niños cubanos no pueden tomarse un vaso de leche. Tampoco se habló de petróleo, ni de granos, entre ellos trigo para solucionar -o al menos intentarlo- el problema del pan.
No. Los dos altos dirigentes vinculados a temas de seguridad, hablaron sobre lo que a ellos les interesa. O mejor, de lo que le interesa al general cubano, enviado explícitamente por Raúl Castro para sacarle a los rusos equipos para reprimir cualquier intento del pueblo de movilización.
Cuando ambos hablaron, en el marco del Foro de San Petersburgo, ese fue el tema que trataron: ayuda para reprimir, equipos modernos, fusiles que sirvieran para disparar balas de goma, carros lanza aguas especializados para la lucha contra las masas en la calle, cámaras de vigilancia, dispositivos para espiar.
«Esperamos que La Habana, también con nuestra ayuda, supere las graves consecuencias de crisis del bloqueo económico estadounidense. Rusia tomará medidas adicionales para apoyar a La Habana, en particular, proporcionando nuevas líneas de crédito», dijo el alto funcionario ruso, en referencia a equipos para reprimir, porque ya Cuba tiene claro que no habrá crédito para alimentos. En más de una ocasión se lo dijeron a Ricardo Cabrisas, a Manuel Marrero y al mismo Díaz-Canel.
La última vez que se entrevistaron los presidentes de los dos países, a la pregunta sobre la situación en Cuba del mandatario ruso, el cubano, como si rindiera cuentas, le dijo: «la situación está dura, presidente, pero usted no se preocupe, que nosotros vamos a resistir».
Cuando el Canelo dijo que «vamos a resistir», se refirió a ellos, a los Castros, a su propia familia, a los pejes gordos del gobierno, pero no al pueblo, que poco a poco muere de hambre.
Y ahora, lo que faltaba: Shoigú habla de nuevas líneas de crédito, después de una reunión con el ministro del Interior cubano, que no pasa dos meses sin que vuele de La Habana a la capital rusa.
Para Shoigú y para el Kremlin, Cuba es uno de los aliados más cercanos de Rusia en América Latina, «tenemos relaciones duraderas, sólidas y probadas en el tiempo, que se remontan a los tiempos de la Unión Soviética».
Pero, estas últimas palabras del exministro de Defensa son las que preocupan: «Estamos dispuestos a aumentar la cooperación entre los consejos de seguridad, los servicios de inteligencia y los organismos encargados de hacer cumplir la ley. Prestamos especial atención a la cooperación comercial, económica y de inversión, incluido en el marco de la comisión intergubernamental bilateral especializada».
Más claro ni el agua: los sicarios del castrismo tendrán lo que necesiten, facilitado por Moscú. La miseria seguirá campando a su antojo en Cuba, pero no faltaran los equipos especializados para controlar y reprimir. Y no lo digo yo, lo dijo Rusia.